viernes, 8 de noviembre de 2013

La consulta


En Cataluña se están liando con la dichosa preguntita de los cojons. Ya verás tú cómo al final ni se independizan ni nada, y ni siquiera hacen la famosa consulta, por no llegar a un acuerdo en lo que hay que preguntar. Siempre pasa lo mismo.

Tú te llevas a un restaurante a comer por la jeró a cuenta de otro a un familión, tan unido como el que más, una piña, vamos, pero cada uno de su padre y de su madre, y a la hora de pedir el arros, unos que si negre, otros que amb costra, o a banda y alguno, fuera de banda, que fideuá, por empreñyar, y al final, se tarifa, se sale follado de allí (con mucha suerte) y no se come. Y todo, por no saber qué preguntar. 
Aunque la cosa no es tan fácil. En las anteriores intentonas de consulta, bien es verdad que petitas y bastante de poble, pequeños franeleos para palpar el cuerpo social del tema, la gent reaccionó en plan “Tú pregunta lo que quieras que yo responderé lo que me dé la gana… en la playa”, que es donde solía acudir a la hora de la consulta, como yo cuando la tengo con el dentista, que aprovecho y me voy a mercar rovellons.
Las consultas, es que dan nervios. Y oye, cuando tú pides cita, lo haces con un par. Sí, sí, que me vean, que sepamos cómo está la cosa, y adelante con los faroles. Pero luego, cuando te sientas en el potro y te dicen “Bueno, tú dirás. ¿Te sacamos los piños malos y te implantamos nuevos? ¿O te hacemos otra prótesis de mierda y ya llevas tres? ¿O quieres que te encajemos unos de pega en los sanos y te los jodamos? ¿O te quitamos todo y te hacemos una postiza? Tú mismo”. Ahí te jiñas. Porque ya no sabes si quieres que te cambien la Constitución, si hacerte una para ti solo, si establecerte por tu cuenta, si canjearlo por diners, irte al cine o echar un polvo. Y claro, no te viene la respuesta, que sería mucho más fácil si estuviera implícita ya en la pregunta. Y la culpa de todo es que no te pregunten lo que quieres oír. Que es de lo que se trata: de preguntar algo para que te digan que sí (aunque a veces sale más barato un no) y que eso sirva para algo. Porque ir pa ná es tontería. Que es lo que mucha gente, incluso del stablishment catalá, ya se está planteando, recordando, pese a lo mucho que les pueda pesar, el dicho tan castellano de “Quien dice (o en este caso pregunta) lo que no debe oye lo que no quiere”. Por eso, y aunque no sea un año especialmente bueno, hay tanta gente buscando rovellons. Y la consulta, ya veremos.

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