jueves, 22 de enero de 2015

Animalicos


Por San Antón han entrado en vigor una serie de derechos animales regulando, entre otros, nuestras relaciones sexuales con ellos, que ya era hora. Porque hasta aquí, y perdonen la expresión, es que nos clavábamos, haciéndolo de cualquier manera.
Y claro, había abusos. Hasta violaciones, casi siempre no consentidas. Y eso se acabó. Al menos con los domésticos. 
Así, con un gato nadie podrá hacerlo en el tarimón con el cuento del ronroneo ni de día, en que ven mucho peor que nosotros (porque ve tú y sedúcelo de noche). En cuanto a gallinas y pavas, sobre todo reales, que son más atractivas, y no es por ser monárquicos, se salvan por los huevos (o la carne), entre caricia y caricia. 
Y con los perros, como casi están equiparados a las personas, supongo que los jueces levantarán la mano con quien ose levantar algo más, o bien perdonarán al perro, porque hay cada animal por ahí de lo más cariñoso, y se las traen…, como el Bobby de Edimburgo, que tiene hasta un monumento, por ser tan fiel a su amo que, a su muerte, permaneció junto a su tumba durante catorce años. No me dirán que no es para sospechar de una relación a todas luces de más que amigos. 
Y es que si hay gente zoofílica, no te pierdas a los animales antropofílicos. Y no me refiero a las chinches, que se te meten en la cama a la que salta. No. A algunos es que les va la marcha. 
En el mar de Benda, se emplea como cebo infalible el miembro fosforescente del anomalops, otro pez, que sigue iluminado durante horas y al cual acuden como a un falo, perdón, faro encendido. Y el candirú, un pez de unos seis centímetros de Sudamérica, a la que puede te penetra por los orificios naturales y no hay quien te lo saque. Un auténtico sátiro. 
Quizá por eso, por no estar muy clara la diferencia con ellos, se permita la zoofilia con los animales salvajes; eso sí, sin especificar ni en qué condiciones, si a la intemperie, ni precio, tarifas, medidas profilácticas (e incluso anticonceptivas), etc. Eso la ley lo deja un poco en barbecho. Pero usted ya lo puede hacer con todas las de la idem con un oso –mejor si no son hormigueros, por las secuelas– o con una loba, si no lo ha hecho todavía. O en el mar, con un delfín/a, que son como de la familia. Aunque eso sería prácticamente incesto. Y ya se sabe: el que hace incesto, hace ciento.

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