Por San Antón han
entrado en vigor una serie de derechos animales regulando, entre otros, nuestras
relaciones sexuales con ellos, que ya era hora. Porque hasta aquí, y perdonen
la expresión, es que nos clavábamos, haciéndolo de cualquier manera.
Y claro, había abusos. Hasta violaciones, casi siempre no consentidas. Y eso se acabó. Al menos con los domésticos.
Y claro, había abusos. Hasta violaciones, casi siempre no consentidas. Y eso se acabó. Al menos con los domésticos.
Así, con un gato nadie podrá hacerlo en el tarimón
con el cuento del ronroneo ni de día, en que ven mucho peor que nosotros
(porque ve tú y sedúcelo de noche). En cuanto a gallinas y pavas, sobre todo
reales, que son más atractivas, y no es por ser monárquicos, se salvan por los
huevos (o la carne), entre caricia y caricia.
Y con los perros, como casi están
equiparados a las personas, supongo que los jueces levantarán la mano con quien
ose levantar algo más, o bien perdonarán al perro, porque hay cada animal por
ahí de lo más cariñoso, y se las traen…, como el Bobby de Edimburgo, que tiene
hasta un monumento, por ser tan fiel a su amo que, a su muerte, permaneció
junto a su tumba durante catorce años. No me dirán que no es para sospechar de
una relación a todas luces de más que amigos.
Y es que si hay gente zoofílica,
no te pierdas a los animales antropofílicos. Y no me refiero a las chinches,
que se te meten en la cama a la que salta. No. A algunos es que les va la
marcha.
En el mar de Benda, se emplea como cebo infalible el miembro fosforescente
del anomalops, otro pez, que sigue iluminado durante horas y al cual acuden
como a un falo, perdón, faro encendido. Y el candirú, un pez de unos seis
centímetros de Sudamérica, a la que puede te penetra por los orificios
naturales y no hay quien te lo saque. Un auténtico sátiro.
Quizá por eso, por
no estar muy clara la diferencia con ellos, se permita la zoofilia con los
animales salvajes; eso sí, sin especificar ni en qué condiciones, si a la
intemperie, ni precio, tarifas, medidas profilácticas (e incluso
anticonceptivas), etc. Eso la ley lo deja un poco en barbecho. Pero usted ya lo
puede hacer con todas las de la idem con un oso –mejor si no son hormigueros,
por las secuelas– o con una loba, si no lo ha hecho todavía. O en el mar, con un
delfín/a, que son como de la familia. Aunque eso sería prácticamente incesto. Y
ya se sabe: el que hace incesto, hace ciento.
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