jueves, 17 de septiembre de 2015

Catalinaria

Cataluña todavía no se a va a separar. Y podría ser toda una experiencia. Pero no caerá esa breva.
Y no porque unos y otros no se hayan esforzado, sino porque parece no haber quórum entre la variopinta clase extractiva catalana, a priori la más agraciada por tal eventual derrotero, en la cual, y pese al buen número de venáticos (no más que en la competencia, y perdón por el término), saben que, aunque puedan darse las condiciones internas, las externas no. 
Y no hablo del purgatorio ese con que se les amenaza si se salen de la familia europea y todo esa mojiganga, sino a lo realmente dantesco que ningún socio puede mentar, a saber, que Europa, de familia, nada; nadie conoce a nadie (¿sabe alguien aquí quien es el capo holandés? ¿o allí quién es Rajoy?), ni mucho menos a Mas. Y a todos les importa una ful lo que pase en un rincón. Y a los políticos, menos. Salvo que interese a la agenda de Obama (que ni sabe dónde queda el hecho catalán, y además dice mal las frases), o Merkel, que bastante tiene con otros morenos mediterráneos. 
Y si así fuera, a ver quién se salta ese culmen kafkiano que es el monstruo burocrático europeo, ese pantanal abigarrado de mafias, clubs, lobis, leyes, en el que se atasca cualquier sueño, como los frenan, ahogan y matan a diario, incluidos los buenos.

Condenados a deambular entre la indiferencia y el engaño, la humillación y la dilación, el aburrimiento y la frustración, es fácil que la desesperación y finalmente el caos llevaran a la gente a pedir, si no clamar, volver a lo malo conocido. Y solo de pensarlo algunos ya toman antihistamínicos. Porque lo que quieren irse de casa pero a piso puesto y con la querida depilada. Y eso a día de hoy no parece. 
De ahí la catalinaria perpetua de cara al suma y sigue de exigencias (y el consuelo de la indemnización a cambio de posponer el divorcio), contestada siempre a esta parte del Ebro con la contracatalinaria solo para aumentar adeptos al putiferio con la excusa catalana de marras. Un negocio redondo para unos y otros, pero muy malo para los demás. Porque si allí dicen lo de Espanya nos roba, a nosotros, también, y parte del botín se lo llevan los socios de allí. Como si fueran europeos, tú. Y venga, dale Perico al torno. Y lo que te rondaré. Excuso pues decir hasta dónde estoy ya de España y de Cataluña. Si es que no son lo mismo.

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