miércoles, 3 de julio de 2019

Ficciones y contradicciones. Contribución a la crítica de la ecología política (para un planeta más justo, naturalmente). Post-it 16


Bestiario

Descastados: el ratón

Sorprende que dentro de las castas del Tractatus no aparezca el ratón, bien sea por no producir bienes directos, o ni siquiera como coadyuvante, con cánticos, chuflas o de palmero. Y aún así se recela que obras como “Tratado del poderío”, ”Asesinato de un anatemista”, “Abcisas de la carne de pavo en el tercer milenio” o “La frigidez en dos volúmenes”, sean suyas, dada su corrosión. Sólo por ello habría de ser catalogado como especie rentable, que es el criterio que guía a ese tratado, como así reza en su subtítulo, “Manejo y rentabilidad marginal de proveedores al dente”,  una concepción que en el segundo milenio llegó a sustituir mecánicamente al de utilidad pública, como se deduce del adjetivo ‘marginal’ aplicado a la exégesis animal del término, y que procede de los estudios de Böhm y Bujarin, la cual, sin apartarse de la mentalidad ratonil de esas obras, es precisamente la que las allega a la búsqueda de una salida de su postración intelectual. 
Lo cual nos introduce saduceamente en un tipo de pensamiento economicista que sin ser del todo extraño a la ratonería general, parece más propio de una mente de rata, pues en su ánimo está cierta reconversión negativa del biotipo –algo que la arroja extramuros de los alabados buenos deseos generales–, mientras que en el pequeño roedor no puede precisarse una aportación destructiva unidireccional o, si lo queremos más molido, de transformación; sino antes bien una interpretación del mundo a partir de su propia imagen, con su presencia profusa en dibujos animados, como arlequín de esa nueva percepción que aspira a la empatía y la fibra óptica para todos, y que, si goza de tanto aplauso en la granja, es sólo por el repelús que como personaje real, provoca en los de carne y hueso, en base a la alteregogia o esquizoimago de su imagen. Eso y el hecho de confirmarse que no percibe derechos de autor, ni siquiera un rápel por su prestación icónica a tanto dibujito, es lo que lo deja fuera del Tractatus que rige para la zoorentabilidad. ¡Ah, el show business!

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