viernes, 12 de junio de 2020

Epítomes


Ahora veo claro que lo que de verdad he echado de menos en el confinamiento ha sido un reclinatorio, y el amago que le podría haber sacado yo escuchando de rodillas a Juan Habichuela los días de diario, y a Sánchez cantando misa el día del Señor (al revés, sin embargo, el gulag habría sido insoportable). 
Y es que esa misa dominical, oficiada con traje y corbata en vez de estola y casulla, a la que solo le falta el daos la paz (por seguridad, supongo), es todo un epítome de la pandemia made in Spain. 
A ver, epítome es, en griego picapiedras, corte, abreviatura, y se utiliza para resumir echando mano de la idea fundamental, como el rollero que decía que no iba a la feria porque no tenía tiempo, no le dejaba la mujer, se aburría, pero que no tenía cuartos, y le decían: pues haber empezado por ahí. 
Y es que, para epítome, los cuartos. Aunque el poder (o sea, los cuartos) tampoco está mal. Y la dichosa misa, ese ecúmene televisivo de “españoles todos”, huele a epítome que te cagas. A despiporre, a despepite, a despropósito, en resumidas cuentas, a desperifolle, que es cuando la panocha –con perdón– aparece en toda su magnitud limpia de su hojarasca y envoltorio, lista para endiñársela al consumidor/a, en este caso al televidente, aunque el vidente evidentemente sea el otro, el vendedor de panochas. 
De ahí que esa eucaristía (o eucarestía, no sé) se haya convertido en un epítome para comprender nuestra crisis. Bueno, y los plásticos. 
Que, con la perra que llevamos de ahorrar plástico, te obliguen a ponerte guantes, o bolsas, para solo pasar a ver unas bajocas, y si las compras, preguntar si quieres bolsa para sacarte 5 céntimos, eso no lo superan ni Dalí y Buñuel juntos (pero no revueltos). 
O que la abogacía del estado acuse a la Benemérita de hacer literatura con el 8-M. Y es que hoy cualquiera es escritor (y crítico literario), y se publica lo que sea, y como el 8-M da para más de una novela, y el que hace literatura primero la hace dos veces, lo mismo se autoeditan y todo, ¡y venden! Y ya tenemos otro epítome. 
Y eso, siendo ficción. Que es lo que chuta. La verdad, no; esa siempre es increíble.

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