viernes, 19 de junio de 2020

Exprimidos


La prueba definitiva de que a nuestros políticos se la suda cómo vivamos es que les importa un pijo en qué nos gastamos el dinero. Si así fuera se las arreglarían para orientar nuestro dispendio para beneficiarse. 
Pero como eso ya ocurre, se la pela. 
La partitocracia, que es el sistema pseudodemocrático en el que estamos, por el cual los partidos se apropian con estrategias sectarias y necesariamente mafiosas del poder y del estado, que se pasan entre sí como un patrimonio, actuando a través de él en todo el tejido social, dominan todo lo que se menea y lo que no, de forma que, al estar en todo, en las empresas, en la administración, en la judicatura, en la sanidad, en la educación, en la policía, en todo, cualquier ‘retorno’, que se dice ahora al rédito de cualquier tipo, que se produce por ahí, les llega sí o sí. 
Por eso, por tener la ganancia asegurada, les es indiferente cómo te ganes la vida (el gran lema de Don Corleone, véase), y, por supuesto, las cuitas que tengas que pasar, no ya para ganártela, que con eso hacen su gran teatrillo chino de la empatía, sino para gastártela.
Un ministro muy virtual.
Que es por lo que el consumo es nuestro gran fiasco, un vodevil burlesco que apenas sirve para poco más que dar de vivir a los vividores de turno, aparentar el garantismo que exigen los estándares de “nuestro entorno”.
Pero que se convierte en puro cachondeo tragicómico cuando existe un ministerio ad hoc y un titular hecho a su medida como ese niñato inútil, comunista él (y economista, dicen, que no sé si eso es una contradicción), que igual cree aún que el consumidor es un insaciable pobre alienado por caprichos burgueses tales como mascarillas obligatorias que no se pueden reutilizar, fruta y verdura que han subido un 30 o un 40%, viviendas con más faltas que un bachiller de la Logse, fraudes por doquier, metidas, mordidas, embolaos a tutiplé.
Que ya ni te molestas en denunciar nada, si todo se ha vuelto un pleiteo imposible (por lo mismo), y toda suerte (o desgracia) de abusos con la excusa de la imposibilidad de atenderte, por el virus, y una retahíla infinita de pejigueras sin solución, se han extendido como la grama con la pandemia como gran excusa. Aunque, para pandemia, ellos, los políticos. Y mira que los consumimos. Y nos consumen.

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