jueves, 10 de diciembre de 2020

Pobres gripes

 Nadie se compadece de ella, pero la gran perdedora de la pandemia ha sido la gripe. Bueno, y Juan Carlos I El Emérito, que es como figurará en la Wiki del futuro. Yo propondría El folliscarras –nada, la vena fascistácrata, que se me ha subido¬–, pero, ná, al no estar ya bien visto tirar tanto de escopeta (ni en Botswana), te lo iban a maquear y a blanquear con un cribado semántico y una miaja de fotochop. 

Con eso y un PCR, lo tienes aquí arrepentido de todas sus elefantiasis a comerse el turrón y quizá algo más (blando) –mira, también podrían apodarlo El Almendro–, hecho un treznal. Si bien los fastos que se avecinan, las Navidades con Erte, serán más bien el recuerdo pijo alangostinado y de nécora (esa gilipollez) de aquella especie de torreznoto de cuando se abría la espita del reciente mataero como una cornucopia de colesteroles y crímenes digestivos –la venganza del suido (el suizo es otro, cuidado)– en forma de chicharrones y chusmarros, pues todo se ha perdido, hasta sus andares, que eso es el comer, dicho sea parafraseando a John Ford, cuando dijo aquello de “¿tú has visto andar a Henry Fonda?, pues eso es el cine”. 

¡Qué tiempos aquellos!
Pero lo que es la gripe, ay, esa este año lo tiene más crudo que la oposición, que andan ahí, tarismarís, menos activos aún que el ministro Garzón, el consumista, esa otra gripe en horas bajas, que trabaja menos que el chófer de Forrest Gump. 

Y es que la gripe ha resultado ser el primer hijo, ese que queda arrinconado y semiolvidado entre las pamemas y arrechuchos al guarín que marca el nuevo tempo de los desvelos, y se esconde al no poder competir con él ni en mocos ni en fiebres, ni mucho menos en decesos, en lo que a su lado ha venido a ser un pasatiempo  –aunque los mate callando, también–, y una ruina para las farmacias, que ya tenían que estar pidiendo ayudas por la caída del frenadol. 

Así es que quién nos iba a decir que la íbamos a echar de menos, con los mantecaos, la cesta de cascaruja, los pulgueros y la coñá, que no la cuñá, que ya verás como esa aún se aparece con o sin restricciones. Aunque para allegados, los que Sánchez se está trayendo de Canarias. Pobres gripes.


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