miércoles, 26 de mayo de 2021

La agenda

 Una de las teorías de la comunicación con más éxito en el nuevo mundo de la Postverdad es la Agenda Setting, de McCombs y Shaw, a saber: los medios establecen de lo que hablar cada día, y por tanto, lo que no entra en la agenda no existe, y la sintonía entre ella y el público es mayor cuanto más exposición se tenga a los medios (que es toda).

 

Aunque eso era antes de que los políticos intervinieran tal agenda. La última vez que los medios marcaron agenda fue cuando El País le decía a Felipe (y al primer Aznar) lo que había que tratar a diario. 

Un cuarto de siglo después, con la pandemia (y las ayudas a ese sector “esencial”) los políticos han pasado a dictar casi directamente de qué hablar. Y todos lo siguen, sea por mimetismo o por no perder comba (o subvenciones). 

Otra cosa es el framing, el tratamiento que cada medio dé a lo fijado, pues al no ser todos iguales, y la opinión como última garantía de pluralismo informativo, eso aporta la apariencia de intermediación sin nudos con el poder, tan vital para distinguirse de ese totalitarismo abominable del que siempre renegamos, quizá por estar tan presente. 

Así, Sánchez, el mal copista, el que le echa de comer a tantos medios, al permitirse el lujazo de apropiarse la famosa teoría y, expulsando de ella a los medios, dicta, gradúa y prioriza ya sin complejos, la agenda toda a conveniencia. Antes Madrid (ya no, por serle negativo) y ahora de nuevo el Procès y el frentismo (Marruecos no, pues el PP no se atreve a confrontar), y que indican su debilidad. 

En suma, una agenda/frigorífico en que poder conservar votos (hasta encontrar otro filón), haciendo así que la sintonía del público con la agenda, ficticia al no pasar en realidad por los medios, lo sea más bien con el gobierno, que es quien la prefigura y fija. 

A lo que hay que añadir las redes y sus amplificadores de microaudiencias, que redimensionan y redistribuyen esa agenda, funcionando así como bombas de racimo informativas, por lo letales que son con sus usuarios, cuya propia agenda, la que les puede interesar, simplemente no existe, pendiente como están de cosas que les apartan de sus intereses. 

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