jueves, 20 de mayo de 2021

Siesta

A veces, el destino tiene a bien regalarnos la oportunidad de levantar cabeza. Aunque, como suele hacerlo en forma de calamidad, el beneficiario ve en ese regalo más bien la desgracia que acompaña a otras, como las ya presentes en la gran crisis económico-sanitaria-política-etc que nos aqueja, y no la ocasión pintada para resarcirse del oprobio y asorrate de tanta pejiguera acuciante. 

Y como además nuestra historia está plagada de casos del ‘Dios da pan a quien no tiene dientes’, como fue la pérdida de Cuba, que se quedó en cuatro literatos, o lo de Annual, aquel gran fiasco pre desastre desaprovechado, siempre está la duda de si las élites estarán a la altura, sea para vislumbrar el chollo entre el tumulto, o para utilizarlo, no para extraer unos cuantos votos y rentas vitalicias, y seguir engañando y engañándose, sino para enderezar esto de modo que se parezca a un país, por fin. 

Así que, si esa casta apostase por una vez por el interés general (en su beneficio, claro, y por un buen tanto por ciento, tampoco se les exige que lo hagan gratis), ahora mismo ya estarían (todos y no solo algunos de) los cónclaves echando humo para sacar rédito de esa movida de alfiles en pos del jaque, de Marruecos, que al pasarse dos pueblos (y los que quedan hasta el órdago, en su afán de chulo regional), y con la puesta de perfil de la UE y EEUU silbando ante dos socios a ver quién gana, señala la necesidad de cambiar las relaciones –fronteras, mercancías, gente, tránsito, saharauis, migrantes– en ese sur tan importante. 

Gestionar bien esa nueva normalidad, que ya está aquí, ayudaría a montar esa factoría de resiliencia para fabricarla a toneladas, que hace falta pero ya, para no echar más mano de chorradas creadas para entretener como el frentismo, o el Procès, ese globo mediático desinflado que mantienen soplagaitas profesionales del puente aéreo; y para recuperar cierto consenso, y sentido, en común, centrándonos en cosas reales, e incluso podría bajar el recibo de la luz, y que las calles no tuvieran mierdas de perro, y… Perdón, perdón, pero es que con estas calores se me ha ido la olla y ya no sé dónde vivo. 


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