jueves, 25 de noviembre de 2021

Deseducando

 Lo de pasar de curso sin aprobar no deja de ser una medida quirúrgica contra la fiebre de estudio y orlas que se había apoderado de nuestros chicos, que ya pueden decir con Sánchez que han salido mejores del covid. Y todo un mundo se les abre. 

Se acabó el no future y aun sin un cinquillo podrán llegar a ser influencers, asesores de políticos y hasta sindicalistas (integrados, y las huelgas, y las tanquetas, para otros). Además de veganos, animalistas o poliamorosos, tan fundamental hoy para ser de izquierdas. No todo iba a ser negativo para esos pobres. 

Así pues, como futuro pensionista a mantener por esa remesa, digo “Gracias ministra, por ser como una madre para ellos”, otra más, aparte la biológica, ya que estos chicos necesitan varias, paralelas y para lelas (y lelos). Además de iphone, digo. Y que ya estaba bien de un sistema educativo que solo genera celebritos y matrículas de honor. 

–Adentro van los donuts.
–¿Y el seven up?
–También. Pero espérate a terminar la rueda de prensa, que
esos están alampados.
Las matrículas de horror parecen más apropiadas para el mundo inclusivo que se nos avecina. Un mundo que ya obliga a ser el CEO del propio devenir y gestor de tu propia miseria. Y que una formación en el todo vale, sin reglas claras ni escrúpulos es lo más indicado. 

De modo que, por una vez, el ministerio se adapta a la sociedad y hasta le da el sorpasso, pues, de rebote, podría conseguir otro logro nada desdeñable: acabar con la enseñanza pública. El Psoe es así de carambolero –¿recuerdan la industria?– y carambillero o enredante. 

Porque, si la escuela pública busca y se basa en la igualdad, al posibilitar dos tipos de alumnos fomentará su trato desigual por maestros y sistema a aplicados y azacanes, surgiendo dos clases diferenciadas dentro del mismo, además de la migración que supondrá hacia lo privado –más polarización educativa– de los que quieren adelantar. Y se acabó (por fin) la escuela pública. 

Que no creo que lo hagan aposta. No dan para tanto, y en estas cosas lo que pesa es la inercia de la época y los procesos históricos en marcha, uno de ellos el de la deseducación, tan necesaria para el poder pastoril actual de rebaños ociosos, obedientes y, por tanto, necesariamente deseducados. Era de prever. 

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