miércoles, 16 de noviembre de 2022

Peaje

 Es sabido que al hombre le mola hacer de Dios (y ahora también a la mujer, pues todo lo malo se hereda).

En el Génesis, Dios ordena hablar al hombre –la mujer ya lo hacía-. Y como nunca mandó callar, aún no ha parado. Por eso el silencio está sobrevalorado, que si es oro y tal –no para nuestros tertulianos, que lo intercambian del que caga el moro-, cuando solo es la presa que empantana las palabras. 

Y quienes lo han padecido como mandato (humano), como ellas –aunque no hayan sido muy obedientes-, ahora abren las compuertas y nos inundan con otra monserga. Ahora de género. El gordo de El halcón maltés, en su entrevista con Bogart Spide le pregunta si le gusta hablar, pues quien no tiene tal hábito suele decir mucha sandez. Pero es lo que hay: el ser humano es un acontecer verbalizado, y aparte del “mama, teta”, “papi, pis” o pedir una paguica, básicamente es mudo. El resto es artificio. Pero, retomemos, que divago, Zhivago. 


El hombre, como cualquier dios, siempre ha querido dar la voz –no Sinatra, que le llamaban eso, pero de regalarla, nada-, siendo innúmeros los desvividos (aunque fuese a cambio de dinero) por dar vida oral al personal. Desde Marconi a Edison, desde Morse hasta la Warner Bros. cuando cantó victoria con su “¡El cine habla!”. 

Por no hablar de tanto otorrino empeñado en perpetuar esa facultad –si bien para hacer hablar a un mudo, nadie como un político-. Muchas veces esa dádiva lleva trampa, y la voz que le sale al hombre es la de su amo. Pero ahí estamos, dando voces, o ladridos, o balidos. Y siempre esperando que algún dios no dé vía libre para echar afuera el poco tartamudeo que nos sale. 

Y el último en ver esa perentoriedad de evacuar silencios –que entrelíneas se miden en palabras, o caracteres- ha sido Elon Musk, que al mismo hacerse con Twitter, el gran oráculo, va a echar a toda la plantilla, esos aprendices de diosecillos del habla, pues pa’ Dios, él. Y avisa de que cobrará 8€ al mes por explayarse urbi et orbi. ¿Quién dijo que hablar no nos costaría caro? Y es que, ya ves, Yavhé ha vuelto, pero ha cambiado un montón. Ahora tiene forma de 140 caracteres. Y además es de pago.

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