jueves, 9 de febrero de 2023

Cagaleos

 

Digan lo que digan, que diría Raphael, lo del gobierno Frankenstein no es nuevo, pues el socialismo –estos son niñatos con buena cartera- siempre fue el arte de uncir minorías a una locomotora, antes el proletariado y ahora las mujeres, bajo la premisa de que la historia y la razón, el nuevo Dios desde Diderot (“no seremos libres hasta que el último rey sea ahorcado con las tripas del último cura”), estaban de su parte. 

 El problema es que las minorías crecen en un mundo que el poder quiere atomizado, para manejarlo, y el progresismo llama plural para justificar el menú de mierda que hay que tragar. Pero, entre el cambio climático, el vaciado territorial, la despoblación, la concentración y la migración (y el estancamiento distante entre todos, me temo), y con tanta postverdad, o sea derecho de todo quisque a llevar “su” razón, a base de fakes o lo que sea, pues la red y el móvil sobrevivirán, lo que está garantizado es tal minoritarismo, tal fragmentación y pifostio, que para cuadrar intereses no bastará con unas políticas a la carta más larga que de aquí a Lima. 

Ahí quiero yo ver leyes como la del “Sísí”, que de ser una ley llevadera y casable con una educación al respecto, que es lo que de verdad resultaría, ahora será más punitiva y mucho más disuasoria y temible, como si la sociedad la hubiera rechazado en su contra, y que dará alas a sus contrarios. 

Otra cosa es no tragarse los dislates monteriles de que hay que caer rendidos a la ley como una revelación, por deslumbrante; o que “protege a todas, denuncien o no”. Pues si ya hay minorías (y no pequeñas) sin denuncias, en esa alianza de las civilizaciones a todas luces fallida que nos cacarean, ¿cómo casar una ley para todos igual con una realidad superminoritaria y multicultural con plenos derechos? 

¿Con una policía sexual tipo saudí con capacidad para vigilar, invadir y extraer el asunto sexual (para muchos algo inviolable que la ley misma protege, y para otros algo sagrado por religioso) para exponerlo y tratarlo ecualizado con el resto, ignorando sus circunstancias? 

Y es que, si el futuro ya es incierto, las políticas erráticas de hoy, más.    

 

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