jueves, 16 de febrero de 2023

Mona y circo

La política se lumpenizó el día en que pasó a ser la quinta columna del fraude, la mentira, la intolerancia y otras prendas impagables como asesinas del contrato social: servir al soberano, el pueblo, por un módico precio. 

Y va a más, con el lumpen mismo como actor al alza en la nube de tordos rapiñante del biotipo político. Y no son los desarrapados, groseros y zafios de Viridiana, la parábola buñuelesca de lo más bajuno del humano arramblando con sus más altas miras, sino gente “normal”, asentada y hasta fashion. 

Solo que hoy, según el tango, “es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, generoso, estafador, no hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao”. Versión coplera de la propia evolución del lumpen, que si empezó siendo lo más rezagado del proletariado y una verdadera tara, ahora se parece más a esa gente bien recién llegada, acomodaticia, transfuguista por vocación, con principios muy marxistas (pero de Groucho) y siempre en el mercado con su tenderete, tratando de vender su nuevo paño de postín. 

¿Bautizando o enterrando?
Una cosa muy normal aquí, con tanto lumpenproletario como ha llegado a clase media –para acabar casi necesariamente en la clase media lumpen-, impregnándolo todo con sus tics, tanto de antes de reconvertirse como de sobrevenidos (pequeños) nuevos ricos en medio de la miseria galopante. 

De ahí lo difícil de identificarlos, si no fuera por sus actos, tan típicos del frustrado mirón de escaparates que luego delira con alicatar hasta la perrera, y si es con dinero público (y nunca hubo tanto), tirar de veta en chabacanerías, farolas y céspedes, primeras piedras, obras versallescas ruinosas a futuro y otras inutilidades para la galería, y lo demás, en rastrojo.

 Esa es la política más en voga, la ansiosa de hambrones nunca ahítos de pasteles cuando tocaba, tan conceptualmente lumpen y tan barroca, aluvial y parasitada por los sin oficio ni beneficio y los que no conocen otra teta desde niños, y creen que todo es gratis, cuyo sueño es repartir monas en Jueveslardero montando el circo.

 A su lado, Felipe Juan Froilán es un hombre de provecho, porque, no serán lumpen en sí mismos, pero, como diría José Mota, ser, son. 

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