jueves, 6 de abril de 2023

Depauperados

Lo malo de vivir en plena era del cinismo y el desahogo es que te vuelve insensible ante cosas de sumo interés y hasta divertidas. El otro día uno del FMI advertía que corren malos tiempos para los viejos. Una perogrullada, habida cuenta de que un mayor es “aquel al que se le pasaron los buenos tiempos”. 

Y explicó que, con su manía de ahorrar para el mañana, se lo iban a dejar todo a la inflación -el buen hombre no contaba con hacienda, los hijos o las funerarias-. “Y no quiero señalar”, podría haber dicho a lo Gila -del cual se notaba que era fan; pues el Fondo tendrá sus videos completos y más de uno se los estudiará al dedillo para dar sus informes-, y no nos recordó, qué detalle, los 43.000 kilos depositados en los bancos de C-LM, por viejos mayormente, y de pueblo. La España vacía. Ricos atrapados en la boina de un pobre.

 Pero se ve que estaba de buenas, y que eso solo era el aperitivo del show que practican esos hijos de perra, con sus salidas a escena para alegrarnos el día, o eso creen. Y ahí, echó el chiste principal: que los que menos sufrirán la ruina actual y la evaporación de la liquidez son los jóvenes. ¿Porqué? Porque ellos ya habían alcanzado el reino de los cielos ideal al quedarse en el estado gaseoso propio de la época, que en economía se traduce en que ni tengo ni debo. Y si debo, no tengo. 

Lo que inhabilita hasta la ley de Gay Lussac, pues a mayor presión de un gas ya no sube la temperatura. Ni viceversa, pues solo te la suda, ya que has pasado a ese tercer grado que es ser pobre de solemnidad, o como ahora se dice, persona vulnerable, pues ya no hay pobres, ni explotados ni oprimidos. Solo malos sinónimos posmodernos de frágiles, débiles o desvalidos. Simples grados de la depauperación, esa clave de nuestro tiempo, limbo (o sudario talla única) al que va a parar quien tiene y quien no. 

Le faltó decir al gachó que lo único que podían perder los jóvenes ya eran sus cadenas (no especificó si la de la moto o la del perro). Pero eso hubiera sido aún peor, pues le habría pisado el discurso a la Yoli, la última esperanza blanca. Y eso nunca. Al menos esta va de peluquería. 

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