jueves, 13 de abril de 2023

Nueva era

 

Hay mujeres que al fin van hallando el sentido de la vida, o al menos vislumbrando su destino. Básicamente se trata de una manera, no de ser, sino de estar en el mundo, que es lo que nos define hoy, la duda de ser frente a la certidumbre de que al menos, estamos. Estar pues, es importante. 

De ahí las estrategias y las herramientas para acometer el día a día, esencia misma del estar, algunas de las cuales se andan generalizando. Así, esa mujer más bien joven, armada de móvil, cigarrillo y perro, lista para desarrollar sus potencias libremente a través de ese ir por la vida, ese estar. 

Porque, lejos de lo que se piensa, que con tal proceder en realidad se emula y se siguen los pasos que una vez dieron los hombres (de móvil, cigarrillo y perro) para demostrar sus posibles y posición a través de su ociosidad, en el caso de la mujer así tridimensionada, se trata de mostrar directamente su empoderamiento, su aquí estoy yo, ¿pasa algo?, no como algo vicario de su nuevo estatus, sino como parte inequívoca de él, entre lo natural y el reto. 

Para comprobarlo sólo hay que fijarse en el uso del tercer adminículo -aunque no por ese orden de importancia-, o sea, el perro, al cual, entre otros cuidados, públicos o privados, se dedican a conminar muy seriamente y de manera pedagógica, seria pero afectiva, cada vez que se pone a ladrar a otros seres de su conditio -sine qua non son tales seres-, con admoniciones sobre la mala educación del ladrido, impartiéndole una nueva moral de cómo han de comportarse en el nuevo mundo del que van tomando posesión, igual que Erasmo de Roterdam dictaba su preceptiva al hombre nuevo que se adueñaba de la Edad Moderna. 

Y no lo hacen, como burdamente se dice, por instinto maternal frustrado o derivado hacia ellos, pues la cultura (o género) está suplantando a la biología (o sexo), y el ansia de reproducción es perfectamente prescindible. Lo hacen por ser las nuevas personas que van tomando forma precisamente en su era, la del feminismo. Por ser compañeros de viaje. Como el móvil. O el satisfyer. Y qué menos que educar a quien te acompaña hacia la victoria, el éxito, o el orgasmo.

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