jueves, 5 de septiembre de 2024

Una de cal


Por estas fechas me suele venir el recuerdo de la cal, de la piel de muchas casas de entonces, que siempre andaban pidiendo un enjalbiegue. La nota de color la ponían los zócalos, sin zolochar, aquel primitivo gotelé, que pintaban con azulete y cuyos degradados jamás vendrían en el catálogo universal Pantone. Y al ser rabisalsero y metijaco me tocaba remover los terrones del caldo caña en mano y salpicado de churlitazos hasta el cogote al tazón y la cara bruñida, y que no decayese. 

No es que el torrezno veraniego nos licuase las meninges. Era simplemente que, al borde de la Feria, el consistorio eximía de la tasa por pintar. Y claro, ante tal generosidad, salían a relucir las brochas para dejar el erial asorratado de la ciudad alcalina, hecho un pincel. Aunque a veces, con los nublos, el agua volviese terroso el blanco recién dado, o destiñese los zócalos dejando las fachadas como una cara añil tristona a cuyos ojos esperanzados se les hubiera corrido el rímel con las lágrimas de la lluvia. 

Esa misma lluvia que una vez más volvía para llevarse al infierno de vacaciones -10 días,10-, y anunciar la alegría, como la vida misma. Si bien la alegría ya estaba. Éramos nosotros, tan ajenos a lo viejo, como siempre han sido los niños, y tan prestos a la novedad, que era en sí misma la Feria. Algo que ha cambiado con los años. O será la perspectiva de la edad, que la ve como vieja y repetitiva, y plasta. 

Sea como sea, la Feria ya no es tanto de los niños como del adulto pueril. Más una regresión que un descubrimiento; más abigarrada que alborea; más variopinta que inocente. Y aun así siempre tiende a ese blanco infantil sobre el cual es más fácil y claro escribir esos primeros reglones de la sorpresa, el asombro y la emoción -y la alegría- de lo nuevo, de lo cual sus pregoneros naturales son los niños -y las niñas, venga…-. 

Y, ya puestos, también deberían ser sus pregoneros oficiales. Vamos, que dieran el pregón. Siempre sería mejor que esas soflamas de chorradas semi poéticas y pomposas -como esta misma- que suelen acaecer. Solo es cuestión de intentarlo. Como la Feria. Como la infancia. Como la vida.

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