martes, 27 de mayo de 2025

Eurotrumpismo


Solo hay una manera de contener eso que llaman extrema derecha, y es cobrando (quiero decir en billetes). Y Sánchez, ese Kerenski contra el fascismo, que es economista y doctor, diagnostica, receta y paga: limosnas, ayudicas por Dios, paguicas, subvenciones, rescates; o no las da pero las propaga (de pro y pagar), que también sirve. Es Bienpagaos contra el fascismo, esa ONG sin fondo como para una boda. 

El problema es quien no entra en el cupo, que suele ser quien trabaja y produce algo, y además le toca pagar el convite. Y se cabrean, pues se da el caso de que muchos convidados cobran más que muchos paganos, que se mosquean con los gorristas pero también, ya puestos, con otros paganos que cobran más, o pagan menos, y estos con todos. Y los paniaguados igual. 

Y todos andan rebotados, pagándola con los que acaban de llegar a hacerles la competencia por dos reales, con los ricos, que nadie sabe dónde paran, o con los vascos, que no cotizan para mantener tanta boda de Camacho, o los catalanes porque se llevan un billetal para aumentar su propia cornucopia, o los gitanos, o los moros, o la suegra porque se va a los baños de Benito. 

Como resultado, la ultraderecha engorda, feliz como grama en barbecho, con la demagogia pseudoizquierdista como única cortapisa y la política de cuanto peor, mejor (para Sánchez) -fue él quien hizo de matrona de Vox en aquellas elecciones andaluzas-. Y eso siendo dicho partido, rancio y primitivo, solo la transición hacia lo que surja, que los más estudiosos ya no llaman extrema derecha sino eurotrumpismo, al verlo definido sobre todo por una seña: que es nuevo. Y de gente tan normal como tú o yo (o sea, más bien subnormal). 

Si eso no es nuevo que baje Manolo y lo vea. Y la izquierda, que estaba ya como el barranco del Poyo, y no se le ocurre más que el reparto clientelar a lo pavo, como si nada, pues eso. La derecha de toda la vida, por su parte -Draghi, los alemanes; no el PP, que aún está en 1º de ESO-, anda detrás de volver a producir obreros, mercancías, puestos, nóminas. Dinero. Sea haciendo armas o mantequilla. Pagar. Volver. Segundas partes. ¿Sueños? Pero es que lo demás son pesadillas.

jueves, 22 de mayo de 2025

Los atlantes (2005)

 

Los españoles dejamos abandonados 98.000 perros, que se dice pronto, el año pasado. Ya saben: ese nuevo deporte nacional que muchos quieren hacerlo olímpico sin más tardanza para Madrid 2012, de comprarle al nene un cachorro, porque ha visto esa del perro con nombre de músico (todos hemos visto alguna de perros en nuestra vida) y una vez que aquello crece y saca a relucir el animal (o persona) que lleva dentro y empieza a poner la tapicería llena de pelos, a darte lametones en todas partes menos donde más se agradecen, a obligarte a salir a mear sin gana, que no te sale, como si fuera para un análisis, y a tener picores pensando que puedan ser pulgas, a las primeras vacaciones, aprovechando que son los segundos en saltar del coche en las paradas para cambiar el agua al canario, lo dejan en un ribazo y santas pascuas. Los hay que tienen suerte y les dejan al abuelo para que les haga compañía, pero la mayoría pringa de una u otra manera.

miércoles, 21 de mayo de 2025

Hale, a la guerra


Hay quien dice que ya estamos en guerra. Lo tienen fácil: aranceles, guerra comercial, el proteccionismo económico como señal inconfundible de nacionalismo excluyente, siempre beligerante con lo foráneo, sobre todo si es pobre; armamentismo en alza; nuevos posicionamientos imperialistas en pos de los recursos; y las guerritas de chequeo como aperitivo. 

Tanteos, pruebas de tácticas y armas (artillería contra aviación) para definir el futuro -en Cachemira la artillería china ha hecho caer en picado a los aviones franceses, pero en la bolsa de París, al derribarlos-. De ahí que armarse no valga la pena, pues jamás tendremos las armas con las que se solventaría la mundial. Pero eso (el negocio) también es la paz: preparar la guerra. Sueño utópico y realidad. 

Y es que guerra y sociedad son indisolubles y no se entienden la una sin la otra. De hecho, a una sociedad no se la conoce sin la guerra (y queda por saber si el periodo sin ellas en Europa es excepcional o no). Aunque realmente no nos han atacado, de lo que siempre nos enteramos tarde, ya que avisan con el golpe, y la guerra nunca es predecible, siempre es nueva y solo conocida a posteriori. Así que hasta entonces todo son conjeturas. 

Pero hay dos factores que nunca han fallado para certificar una conflagración y que no se han dado. Uno, que los militares dejan de llevar las riendas, pues como dijo aquel, la guerra es demasiado seria para dejarla en sus manos, que es el caso. Y dos, cada guerra también lo es civil, y hoy por hoy solo EEUU lleva papeletas en eso, o sea que le falla, como a todos, la población, lo más importante y enigmático. China, por su parte, es un país de hijos únicos, algo tan insólito como disuasorio para una guerra de ejércitos. Y por aquí, más allá de reñir por un hueco donde poner la sombrilla en la playa se antoja ya un sacrificio insoportable.

Inciso: Lo de Gaza no es una guerra sino un experimento de manejo de poblaciones entendidas como plagas, como estorbo, al ser consideradas un excedente más mineral que animal, sin valor de cambio o ni siquiera de uso. Algo irrelevante pero que, azarosamente, ocupa un espacio.

Así es que, con la propaganda y lo virtual de la época, lo más probable es que si la hay ni la identifiquemos, creyéndola otra cosa, y se dé de verdad por otro lado. Lo que sí es cierto es que una etapa de la historia se ha acabado y nadie sabe qué viene ahora. Y ante la incertidumbre, ya se sabe: acumular papel higiénico.

miércoles, 14 de mayo de 2025

Casquería

 

Todos sabemos que la policía no es tonta. Y ahora menos, que se ha modernizado. Antes, cuando los vicios estaban más a la vista e incluso se alardeaba de ellos, cualquier detective cenutrio no tenía que ser ningún Colombo para deducir, si veía colillas, que allí habían fumao. 

Y, como se decía, en todos los oficios se fumaba; que no sé cómo la Yoli no ha exigido ya una compensación universal por haber renunciado el personal a un derecho tan obrero (y otra más para las fumadoras, por víctimas del paternalismo histórico tabaquista). 

Pero ahora los vicios son privados y en público se tiende a practicar solo aquello que es considerado virtud. Por ejemplo, llevar un perro en brazos. Mientras a nadie se le ocurre llevar a un viejo a coscoletas. Ni aunque sea al padre -menos aún-. 

Total que, en esta sociedad tan aburguesada por lo pobre, de virtudes públicas y vicios privados, la policía, puesta al día, ahí los tienes, hurgando en plan The Wire en el humo, en los posos del merdasquero que sale por los móviles, hoy el miembro (unisex) más activo del cuerpo, para gran regocijo de otros, como el policial o la Benemérita (el Gran Hermano UCO), que, sustituyendo el caballo por el ordenador, se pasan la vida escudriñando el mar de sandeces de la red, en busca de atunes de almadraba, con todo dios como niños, pillados por el aparato (comunicativo). 

Y que no creas que no tienen menuda encima los pobres, todo el día viendo y oyendo gilipolleces, casquería como para atascar el riego del más pintado. Pero, ya se sabe, el nuestro es un país muy de casquería. Y Madrid, más. Y no solo por el foro -otros somos más de forro-. 

El casticismo ha desarrollado tal zarzuela de mondongos, callos y mollejas, que un líder políglota, cosmopolita, con vocación universal como Sánchez, economista con tesis doctoral y baloncestista confeso, no ha tenido más cojones -casquería donde la haya- que admitir su emisión de tal por móvil, lanzándolo después a los higadillos de los gallinejas de la oposición, como quien echa grano a las pitas: ¡¿Passsa algo?! Y en esos entresijos andamos. Y aunque faltan sesos y sobra lengua, ahí vamos. Esperando la trombosis.

jueves, 8 de mayo de 2025

Morcillas

 

Estrictamente hablando, una morcilla no es cerdo. De hecho, las hay sin ningún ingrediente del animal al que los chinos le dedican un año -lo cual tampoco es tanto, dado que por aquí algunos le dedican toda la vida, e incluso la dan por él-, y del que Marañón dijo que había salvado más vidas que la penicilina; y ahora aún más, con los trasplantes de sus órganos, cosa que mucha gente anónima hizo desde hace siglos al auto trasplantarse a diario medio kilo del bicho, siendo así pioneros sin saberlo, ya que podrían haber exigido derechos de autor, los pobres. 

Pero el hecho es que la morcilla, incluso llevando manteca o sangre, es un producto tan alambicado a partir de la cultura y usos de cada sitio, la quintaesencia de la idiosincrasia de cada lugar, que en todos es mejor que en los demás, lleve piñones, pan, jengibre, pimienta, puerro, miel, arroz, cebolla o pollas en vinagre, siendo así el exponente máximo, incomparable e inconfrontable del localismo etnocentrista más saduceo, sectario e irracional. Es lo nuestro, y se ha terminao.

 Es, como perfecto producto cultural de un grupo, el arma incontestable -salvo con otras armas- de esa comunidad, cerrada a otras fórmulas (aunque no a otros embutidos), pues es su identidad. 

Y eso siendo la morcilla uno de los signos de identidad españoles por excelencia, y ahí está el mismísimo Góngora, por converso o por pasión, nombrándola como divina, pues desde el barroco se refunda como ariete de la guerra cultural por la unidad espiritual del país, habiendo salido de esa tradición un pueblo tan morcillero, que todas sus guerras culturales se libran con morcillas. 

Las famosas morcillas con onda. Sea en la radio, en la tele o en la red. Así la de ahora mismo emprendida con la DANA de Valencia en todo tipo de espacios aparentemente informativos, pero amarillos (cuando no marrones) a rabiar, que, más que abundar en el asunto, lo sepultan en una fosa séptica de sensacionalismo, comunicación meme, convertido ya en una morcilla, y utilizado en ristras como pan de munición en la guerra cultural de cada trinchera. En algo podrido, diluido, desvirtuado, en tema basura. En coprofagia.

Puentes

 

Cuando tú te vas de puente hoy con la Renfe no te vas en tren, sino con Óscar Puente.