Solo hay una manera de contener eso que llaman extrema derecha, y es cobrando (quiero decir en billetes). Y Sánchez, ese Kerenski contra el fascismo, que es economista y doctor, diagnostica, receta y paga: limosnas, ayudicas por Dios, paguicas, subvenciones, rescates; o no las da pero las propaga (de pro y pagar), que también sirve. Es Bienpagaos contra el fascismo, esa ONG sin fondo como para una boda.
El problema es quien no entra en el cupo, que suele ser quien trabaja y produce algo, y además le toca pagar el convite. Y se cabrean, pues se da el caso de que muchos convidados cobran más que muchos paganos, que se mosquean con los gorristas pero también, ya puestos, con otros paganos que cobran más, o pagan menos, y estos con todos. Y los paniaguados igual.
Y todos andan rebotados, pagándola con los que acaban de llegar a hacerles la competencia por dos reales, con los ricos, que nadie sabe dónde paran, o con los vascos, que no cotizan para mantener tanta boda de Camacho, o los catalanes porque se llevan un billetal para aumentar su propia cornucopia, o los gitanos, o los moros, o la suegra porque se va a los baños de Benito.
Como resultado, la ultraderecha engorda, feliz como grama en barbecho, con la demagogia pseudoizquierdista como única cortapisa y la política de cuanto peor, mejor (para Sánchez) -fue él quien hizo de matrona de Vox en aquellas elecciones andaluzas-. Y eso siendo dicho partido, rancio y primitivo, solo la transición hacia lo que surja, que los más estudiosos ya no llaman extrema derecha sino eurotrumpismo, al verlo definido sobre todo por una seña: que es nuevo. Y de gente tan normal como tú o yo (o sea, más bien subnormal).
Si eso no es nuevo que baje Manolo y lo vea. Y
la izquierda, que estaba ya como el barranco del Poyo, y no se le ocurre más
que el reparto clientelar a lo pavo, como si nada, pues eso. La derecha de toda
la vida, por su parte -Draghi, los alemanes; no el PP, que aún está en 1º de
ESO-, anda detrás de volver a producir obreros, mercancías, puestos, nóminas.
Dinero. Sea haciendo armas o mantequilla. Pagar. Volver. Segundas partes. ¿Sueños?
Pero es que lo demás son pesadillas.