jueves, 5 de junio de 2025

La cañería


La fontanería ha cambiado mogollón. Antes los fontaneros se llamaban Julián o Nicomedes. Pero desde que ellas entraron en la FP la onomástica plomera se actualizó dándole un tono más florido (y menos plomizo), añadiendo al imaginario fontaneril un algo más sugerente y sexy. 

Porque no me digan que una tía con un mono (limpio) y armada con una llave grifa no mola por un tubo (de PVC) pero bastante más que el típico maromo con la ordinaria caja de herramientas, con perdón; y si su nombre es Leire puede hasta erotizarte, aunque sea platónicamente, embelesado en tal conjunción planetaria de gracia y oficio. Son las ventajas de la igualdad. 

Y tan fundadas, pues cumplen tan bien como sus más enfangados colegas, al demostrar que los asuntos de mierda no son cuestión de género y que los animales de cloaca son muy difíciles de sexar, con tanta oscurina como hay en las alcantarillas. Bien por Leire

Lo que pasa es que nuestra cloaca máxima, que no es romana sino muy actual, no se disuelve ni con un trailer de salfumán, tal es el atasco que hay desde hace décadas. Y esta mujer iba con poco más que la mopa y la ventosa, por lo bien agarrada que estaba, digo, uña y carne con la porquería. 

De modo que le han tenido que hacer la manicura, pues no es cuestión que una socialista de pro como ellas fuese por ahí con las uñas como mejillones de O Grove. Menuda representación para Moncloa. De ahí que tardasen tanto -dos horas- en meditar si la expulsaban, como es lógico en un partido con más de 140 años de honradez. O no. 

Si lo hacían resultaba que sí, que había metido los uñates en la taza. Así que optaron por una salida a lo “no me echáis; soy yo la que se va”, que queda así como más feminista y libertario, y sin cobrar, que os aproveche, y que es lo de menos, ya que toda su pringazón la haría por la patria, cuyos desagües no están ya ni para chistes como el manido de “vengo a desatascarle las cañerías, señora”, sino más bien para una buena lavativa por todo lo bajo, y unisex, ya que lo de sus señorías no es que esté como el culo, es que es un culo regido por el viejo proverbio escatológico de “quien de una no caga, ciento se remanga”.

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