El otro día, lo confieso, puse la tele y por primera vez en mucho tiempo, tras cuatro zapinazos, di con un programa que me enganchó hasta el final en que el tío, el conductor, el joker, el animador o lo que lo llevase, un auténtico Charlie Rivel oral desatado, desapareció tras las cortinas con sus dos payasos adjuntos, pero sin pintar ni vestido de Arlequín, ni caquirucho, ni saxo ni nada.
Solo trajeados, el Carablanca, el Vagabundo y el Augusto o tonto, los tres arquetipos circenses clásicos, se montaron un show que, de verdad, hicieron mis delicias con una regresión de más de sesenta años a aquellas sesiones de circo y fieras -que aquí no sé si eran los periodistas o los actuantes-, y algo también a la parodia erótico folclórica del Teatro Chino (o teatrillo, como aquí se decía) de Manolita Chen.
Durante más de media hora, el bufón principal se explayó en todo tipo de exabruptos, dicharajos, farrucadas, provocaciones, fardes, chabacanerías, autobombos (y platillos), vaciles, astracanadas, ditirambos y otros excesos para opinar de lo que tocaba, a base de capotazos, patadas a lo Charlot (y Harpo) y garbilotazos a tutiplén de la manera más chafardera y desfachatada, sin importarle una mierda ni los televidentes ni, por supuesto (y aunque pensase más en ellos), los periodistas que delante de él se apelotonaban pidiendo más, jadeando por más leña, manos arriba, “¡a mí, a mí”, notándose que los conoce bien, su síndrome de Paulov y su ansia viva teresiana masoca de darlo todo por un titular. Que es cuando más disfrutó el pájaro, insultándolos, vejándolos, pasándoselos por el arco, manejándolos y toreándolos con más pases que Dámaso.
Un espectáculo inigualable de ironía, sarcasmo, humillación, agresividad y ¡ternura! (al dar recuerdos para su marido soldado a una periodista ucraniana), relajación y amenaza, coquetería y cohetería. Inolvidable. Fue Trump en la Otan. Luego vendrán Trump en la ópera, Trump en las carreras… Continuará. O eso espero. No me extraña que este gachó se lleve de calle a tanto aburrido. A ver quién da más. Es que es algo impagable. Bueno, tanto no, porque habrá que pagarlo. Que, por cierto, lo dijo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario