jueves, 12 de junio de 2025

Rindansén


Creo que Sánchez está acojonado, que no da pie con bola de canguelo, que desde que Feijoy le conminó con su “¡ríndete, pecador!”, le tiemblan las piernas más que si lo saca a bailar Mike Tyson, yéndose por la pata abajo pero ya, que está subiendo el papel higiénico más que con el apagón, con el esfínter presidencial más dislocado que un cohombro, hecho una penica, un pobre diablo necesitado de pañal nocturno. Un mearra. Pero un mearra indómito. 

Y es que un mearra no se amilana así como así, pues lo primero es su agüita amarilla, que cantaran Los toreros muertos (es un decir). Ni aunque se lo pidan cien mil con banderita, pues con las manifas patrias de Colón pasa como con los chinos, o los negros, que siempre parecen los mismos, y además cada vez menos los que ladran. Lo cual da pie a los espías machacas del puto amo a corroborarle, “nada, jefe, aunque con menos pencos, pero seguimos cabalgando”. 

Y se pone chulo, enarbola la bandera blanca por encima de la trinchera y cuando los demandantes de alternativa se levantan, la baja y les grita descojonado, “¡y una mierda, so maletillas, fachas, antes muerto que sencillo! ¡No pasaréis. Y si pasáis, esta será vuestra tumba, y según cómo habéis puesto los precios de las residencias, de los seguros de defunción y de los nichos, mal os vais a ver, ricos, que sois unos ricos! ¡Atrás, follones!”, les dice a los que han ido con un bacadillo en autobús, así, a lo Capitán Trueno visto por mi primo Valeriano, en una resiliencia a lo Gila que no sé cómo Génova no cae en que lo de rendirse es como si Ucrania se lo pide a Rusia. 

Pero, claro, no iban a repetir lo de “váyase, señor Sánchez”, un cutrerío hoy día. Y que aquello era en sede parlamentaria, cuando eso existía, y ahora es en performances retransmitidas por Instagram, otra guerra, para la cual hacen falta influencers bien operadas, que, si bien las tienen (y hasta sin operar), no están por una labor tan poco cool, pues la política es que ya da pereza. Y Feijoy y su carreta tienen casi menos tirón todavía que Sánchez y la suya. Solo que aquél va a capela y éste está enchufado. Y claro, se mea, pero de risa.

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