Todo sucede allí donde los astros
navegan sincronizados con tu pulso,
así la primavera hasta la muerte,
viajando de precipicio en precipicio;
así el dolor cauterizado por el fuego;
así mi malestar ilusionado.
Contigo, con, sin ti,
raudo galopan los recuerdos,
atenazados, roncos, sin pena
por la sed de la resaca cristalina
de pasados a flor de piel, tiranizados
en la desdicha y la memoria inamovibles,
como solo alimento ante la vida,
como objetivo cierto, casi vivo.
Así en la luz a la que todavía perteneces,
te busco donde te halles, sin saberlo,
y no me angustia más un fin precipitado
que el horroroso por contingente olvido.
He aquí como las palabras pueden lograr que las palabras sobren
ResponderEliminar