
Porque, probar por
probar, rabisalsear entre el destrío y pringarte pa ná como un jemelgo más del
censo, eso no es. Y practicar la esquizoofilia política, dejando ver que tan
pronto te va la liebre como el podenco (¿o era galgo?), pues tampoco. Y uno,
que es un desastrado y desconfía de cualquier cualquián que busque afanoso el
sillón; y que padece como una especie de escopofilia electoral, o escapofilia,
como se quiera –vamos, que me lo paso en grande viendo a otros votar–, pues
peor.
Y si me vienen ya a sacarle el amago a esa
neurona yonqui tan nuestra cebada secularmente con el estereotipo nacional más
inconmovible cual es esa polarización tan sintética como interesada, del mito
de las dos Españas que han de helarte el corazón (con lo que cuesta luego
calentarlo), esa gran hipocresía de comicio tan manida como criminal, es que
“me se cae el voto a los pies”.
Y es que es que a mí,
tales tópicos rituales sin relevancia ya, tan distorsionantes y manipuladores, en
un infierno de cobardes trepas descreídos como este, es que me dan abstenia
primaveral. Alérgico que es uno. Y lo tengo muy difícil. Porque lo que es
morcilla cular, a muchos la ofrecen y a pocos la dan. O más bien es lo que nos
dan, morcilla. Pero las campañas son para eso, ya se sabe, como el que vendía a
su suegra y la daba de balde. Y yo ya tengo.
De ahí que no me extrañe que en
tantos ayuntamientos, y pese al término (no el municipal sino el de ayuntarse),
elijan de alcaldesa a la patrona, la Virgen del lugar, si la tienen; que no
alcaldesas vírgenes, que es más difícil todavía. En fin, que ya veremos, dijo
un ciego. Y menos mal que ya no somos obreros, que es lo mejor que ha hecho el
bipartidismo por nosotros. Si no, hoy por ejemplo, encima habría que ir a la
manifestación, comer caracoles, vocear, dárselas de pobre, sudar, repasar La
Internacional... Quita, quita. Menudo trabajazo es eso de romper las cadenas. Sobre todo la de la moto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario