viernes, 4 de noviembre de 2016

La cobra


En Podemos debaten estos días (por internet, claro, el paraíso del tuiticidio impune) si Bisbal hizo o no la cobra a Chenoa. Sublime decisión.
Y puestos a dividirse, ya hay dos corrientes (hay que ver lo corriente que son las corrientes en este pueblo, con lo poco que llueve). Como las hay respecto a la “cobrá” de Espinar –está visto que no hay corona sin espinas–, otra víctima del sistema (socialdemócrata), que con tanto dinero público y subvención sueltos, más que codornices de granja en una cacería, con más tentaciones que san Antonio te pone a huevo lucrarte, y te vas directo al infierno de los capitalistas. Otro explotador, hala. 
Pero lo que más les oprime (porque estos, braguero, no llevan) es lo de OT, que no hay derecho. Y es que es lo suyo. Quiero decir de donde dimanan. Su misma promoción, su gente. El people. (También está Al salir de clase, aquella serie de estudiantillos de urbanización; pero que no quieren aceptar, por pija. Ellos verán). 
El caso es que lo llevan en el ADN, lo cual es también, menos mal, una vacuna para no cortarse las venas ante tanto espectáculo abyecto como les queda que presenciar y hasta protagonizar. Pero quieran o no, de lo que no se escapan es de ese paralelismo sincrónico-genético entre Podemos y OT, lo que sería algo así como un POTemos generacional, que empieza a explicar cosas, y más que lo hará de seguirle la pista. 
Eso, en una pantalla. En otra, Pedro Sánchez anuncia que solo se vive dos veces y que va a hacer un remake (¿o remache?) de Easy rider, aquella versión postbeatnik y antiheróica del Llanero Solitario más perdedor. O en otras palabras, que vuelve a la carretera, a pateárselo, de nuevo On de road, que cantaban en mi época los Canned head, Carne enlatada, glorioso nombre y que viene al dedillo a este nuevo Peter (Pan y dime tonto), y a lo de ponerse a hacer kilómetros como un loco, que me río yo. 
En definitiva, una road movie, a su edad, cuando con una vespa le sobra para ir a los cuatro pueblos madrileños que aún le traguen (y que aún no le hayan pegado fuego a la Casa del Pueblo), pues la mayoría, más que on the road, lo que lo quiere es On the rocks. Y que caiga de cabeza. Y todo porque se acabaron ya las buddy movies, las graciosas pelis de colegas, y solo quedan pues lobos hambrientos, y como nadie huye eternamente (hacia delante), la gestora (esa otra productora, más en technicolor) ha elegido otro camino, el de la reconstrucción, ya sabremos de qué. 
Pero una cosa está clara: esto va de caminos, de pelis itinerantes, de viacrucis. Y eso que no creen. Y si no hacen el de Santiago, que sería lo suyo, y eso que se ahorraban en guionistas, es porque no los votaria nadie, pues allí no hay españoles. Bueno, ni aquí tampoco. Entretanto, Rajoy, campeando por los bancales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario