jueves, 28 de febrero de 2019

Buitres, campaña y Cuaresma


Hay mucha peña por ahí quejicosa de que, mira que montar elecciones en serie, lo que se dice un acueducto de campañas, una tras otra en rilera, una cagalgata electoral, con los riñones que eso cuesta. Y sin necesidad, pues ya tenemos, primero, el carnaval; nada más acabado éste, las fallas, y a continuación la feria de abril y la Semana Santa; todo, a una semana vista del puente del 1º de Mayo. 
Sin contar el 8-M, el día del Padre (este año de la Patria, supongo) y los viajes del Imserso, que empiezan ahora con todo el abuelerío haciendo cola ansioso tras la dura espera invernal, aguardando a que se alce el maletero del autocar, dispuestos a darlo todo, conscientes o no de cobrar más que muchos en activo –los políticos si lo saben, y por eso son su principal clientela–. 
De hecho,  parece otra más de las actividades del Imserso. Aún peor: las campañas cada vez se parecen más a la animación cultural de las residencias para mayores. 
La sucesión pues de acontecimientos de asueto, dispersión y dilapidación de endorfinas es tal ya, que para nada era necesario otro solape más de cachondeo como es el de las elecciones. O sí. 
Todo el mundo sabe que esto de la democracia está peor hecho que la cama de un loco. Y que lo mejor –para hacer una redonda– es pillar a las víctimas lo más entretenidas posible. De ahí el incremento de oferta de jolgorio. Para redondear. O por cuadrar. 
Es una táctica propia de la comunicación interespecífica, o la que se da entre especies distintas, como son el político y el votante. Y que se produce a través de las alelomonas, que cualquiera diría que son algo así como un efluvio para lelos o para alelar a otros monos para que estos los lleven a coscoletas, que es lo que consiguen los políticos del resto de primates. Y no. O sea, sí. 
Dichas moléculas son con las que el emisor trata de crear una química con sus receptores, o, dicho en lenguaje poligonero, los camela. A unos con crecepelo y a otros con más carne tras la cuaresma, que es algo así como  'el periodo' o cuarentena, para muchos, simbólica las más de las veces. Y en la que ellos precisamente aprovecharán para hincharse de su vianda preferida. Pues el político es el único buitre que después de Jueveslardero aún se lanza sobre la carne con más saña. La nuestra. Cosas veredes, Sancho.

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