lunes, 18 de noviembre de 2019

Compay Felipe


Cuba, por mucho que se empeñe, está destinada al turismo. De hecho, fue descubierta por los europeos en una excursión a trasmano de la metedura de gamba de un italiano ansioso por pegar el sorpasso, dejando la cama hecha para que los castellanos, también conocidos allende la historia como grandes comerciantes de enfermedades venéreas, comenzaran su particular y sexi viajerismo en aquellos chárter de cuatro velas sobre el alisio, hasta no dejar un indio vivo, por desconocer éstos la campaña del “póntelo, pónselo”. 

Y así, los sustituyeron por africanos, pero como en realidad lo que les gustaban eran las mulatas, no tuvieron más remedio que ponerse manos a la obra de desteñirlos a base de hacerles el amor, que no sé si le llamarían así entonces, como quien busca a la niña con vistas a una senectud bien atendida, y, una vez encontrada al cabo de los siglos, en esto que llegan los catalanes y copan el mercado cuando aquello iba viento en popa. No hay suerte para el hombre honrado.
Pero hete aquí que a los norteños también les gustan los pájaros fritos y en lo que se tarda en cambiarse de calzoncillos, allí que estaban para impartir la doctrina monrovita de América para los americanos... del norte, incluidas las americanas, como preciado objeto de la industria testil recién descubierta, cosa que a España le costó una guerra y a ellos sólamente tener que leer periódicos y algún divorcio. 
Los catalanes, por lo menos, sacaron en claro la habanera. Históricamente, es curiosa la similitud de la situación del gobierno de la Restauración con el postcastrista de ahora, ambos intransigentes por encontrarse atados a una situación de doble chantaje, de un lado por ser objeto del mismo con la  amenaza de los sectores más privilegiados en la figura de los militares, y de otro el que el chantajeado hace clamando a la culpabilidad general por las necesidades materiales de un pueblo sojuzgado y embargado hasta el orinal. Una situación en que los cabezos del poder son abducidos por la circunstancia, de forma que no se puede ni derribarlos ni pactar con quien los sostiene; tan sólo esperar que pringuen. Y mientras, los chiquillos, descalzos.
No obstante haber hecho la revolución en plan turista, a Fidel no le gustaba ese negocio, quizás por los sesenta años en que su país fue el picadero de USA. De ahí que se obstinara en hacer del suyo un país industrial, sustituir el son por la Nueva Trova Cubana y el arroz con judías pintas por el pollo al limón, un muy mal ejemplo tropical, si bien al final haya tenido que echar mano del folclore para ganarse las habichuelas y reconvertir los ingenios azucareros por la más antigua y menos ingeniosa industria  del mundo, que como habrán visto el pampaneo los vigías de la moral universal que en su día ya tuvo que ir el Papa, que ya se sabe viene de estirpe de pescadores, a reconducir la ganadería, porque es que aquello, entre el ateísmo, la sodomía y la gomorrería, era ya medio pagano, y sin un duro, por ende y para más inri.
Si en los setenta, cuando íbamos a la embajada cubana a por revistas, se nos decía que había que ir a Cuba a ver los logros de un socialismo calentito y salsero, y en los ochenta empezó a cundir, primero, que había que ir antes de que se acabase lo que se daba, y luego, que había que ir porque aquello ya no era lo mismo, y más adelante por solidaridad y al final a por carne, que sólo había que llevar el pan y el aceite, el solar, ahora se impondrá el tener que ir antes de que se conviertan al catolicismo o se hagan monárquicos, con esos modelos que te luce la Leti, y empiecen a decir que la prostitución en Semana Santa está fea y todo eso. 
Diversas consignas para ir a un país donde en vez del amor se hace el turismo, que es el estigma con que nació y al que muchos no podremos ir hasta que, como el Papa, vayamos o de solteros (en la próxima reencarnación) o lo suficientemente decrépitos como para no levantar ni sospechas ni nada, que yo creo que es por lo que su santidad, que creo se escribe con mayúsculas, se esperó tanto a visitarlo, y Felipe lo ha visitado con cabestrillo femenino.
O es que se han creído de verdad que ha ido como jefe de Estado a contemporizar y echar vaselina a la cosa del bloqueo yanqui del pan y luego, como quien no quiere la cosa, dejarse caer con que la falta de libertad es aún peor, contra el marxismo y contra el capitalismo a la vez, que ya me explicarás. O sea, más o menos un remodelado mensaje de Si vis panem para libertas. Que en castizo quiere decir si quieres comer, cámbiate de chaqueta. 
Ca. El objeto secreto de este viaje era, sin duda, no era evangelizar de nuevo a la masa de aspirantes al capitalismo cubanos de toda la vida, que poco menos que esperaban congregados en la plaza de la Revolución su bendición, es un decir, aunque durase más que los discursos de Fidel. No. Estos ya estos ya están convertidos y ahítos de fe. 
A quien se trata de convencer es a unos cuantos, de acá como de más allá para que hagan buenos negocios, porque en el beneficio mutuo está la salvación. 
Y es que para salvar a unos pocos bien vale liar a muchos, que es como debe ser. Tanto a los que esperan la salvación, como a los que arrimarán el hombro, por decir algo, viajando al Caribe a aportar su granito de arena, como respuesta solidaria a tanta promoción turística y demás de la Casa Real. Y más si se hace en primera, dejándose una pasta en el empeño. Que igual alguno ya, ni vuelve, como Curro, que se fue, y mira.

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