jueves, 27 de agosto de 2020

Agosto


En agosto, covid en rostro. El bendito Fructidor da sus frutos, ahora del mal, y los progres último modelo o izquierda versión punto net, que cuando confinados se desahogaban con aquello de “cuando esto acabe, ya ajustaremos cuentas”, han pedido ya la suya, pero en Booking, y la han pagado, y han vuelto de su hábitat natural, las vacaciones. 
Aunque no ajustarán nada más porque no hay modo; tienen ya demasiada faena, una agenda de lo más completo: ahora viene la operación regreso, y la vuelta al cole, y hay que estudiar la página de El Corte Inglés de productos rentrée, o habrá que hacer una cooperativa de autogestión educativa cada uno en su casa, que es lo que se lleva esta temporada, esa otr
a nueva panacea pseudo rebelde y chupalcuzas para nuevos ágrafos; o igual hacemos una asamblea on line, para lo que sea, si se tercia. 
Es lo que se llama poner distancia, mantener el distanciamiento, pero con la historia. Jamás soñaron estos pobres anacoretas que el destino les iba a ser propicio y les seguiría librando de dar la cara ya que esto no iba a ser, mira por donde, la historia interminable, gracias al cielo, pues ha resultado ser lo mejor para su propensión a la equidistancia y a la connivencia lameculista selectiva (y sostenible). 
Y es que ya nadie está llamado a ser el espíritu crítico, la conciencia o la intelligentsia del pueblo. Y menos, ellos, aunque se lo crean. Todo lo contrario. Ante el mutis, el permanente dribling, el escaqueo, cambio de tercio, digo y Diego y abuso de burladero de los obligados a intentar el capeo del desastre, entre el común se ha ido imponiendo a golpe de boletín, soletón y resignación el sálvese quien pueda y maricón el último, o si acaso, el sea lo que Dios quiera. 
O sea, la zozobra, que está sacando a relucir, entre otras vainas, la confrontación social de siempre, que en nuestro modo de vivir actual hedonista y sobrado, viene representada, de un lado, por los que quieren vivir por si se mueren, y de otro por los que no quieren vivir, por si la diñan. 
Dos caras de la misma moneda, pues ambas actitudes están en todo individuo, pero que los políticos, siempre tan maniqueos, pues les va bien, las dogmatizan como contrarias, o mala o buena, azuzando una contra otra por su propio interés y para bien solo de la esquizofrenia nacional, otra plaga que está al caer, y van a faltar terapeutas. 
Menos mal que hay una tercera España, la de los héroes, cada día más homérica, y tan poblada y numerosa que no sé si incluye ya a los votantes, que lo son, no en vano sustentan la principal industria nacional  -la de estos sanguijuelas- que queda en pie a día de hoy, boyante y próspera. Que ya es.

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