domingo, 10 de enero de 2021

Metijacos

A mí Yoko Ono siempre me pareció una pedorra, y más después de izarse a viuda rentista del mito en usufructo, que esa es otra; a saber qué sería de algunos sin el valor añadido del asesinato, tan inmortal, tan fértil. 
Yo mismo, si me llegan a matar ayer –y anda que no lo intenté en innúmeros pasos de cebra– ahora tendría diez veces más de lectores –o sea, once–. Pero es que esta tía es una trepachepas insufrible. 
Ahora se ha unido a cinco premios Nobel más –ella también lo será de algo, digo yo, ya que lo fue hasta Kissinger– para pedir la amnistía de algunos de los golpistas condenados del Procès, por ser su guarda una grave anomalía de un estado de la UE. Y no estoy de acuerdo. Con el argumento, digo. 
Va de cuentos: Yoko Ono y los Cinco Nobelitos
Puedo coincidir en que los suelten. Es más, nunca fui partidario de su encarcelamiento, al suponer que se iba a convertir en el cachondeo, el teatrillo rentable a la ignominia, la burla de ese estado de derecho que rige fiero para los demás y del que se les llena la boca a los que lo utilizan para sus propósitos partidistas, sectarios o de bolsillo, y que derivaría en más vergüenza, infamia y demostración –la última, la de esos 6 “nobiliarios”– para este país, por decir algo, que no es que sea una grave anomalía de la Unión, pues toda ella es un puticlub donde todo vale con tal de mantener las buenas formas y respetar los negocios –si bien España sea su socio más jeta, pues el buenismo clientelar es tan grande que si se instalaran aquí los Stones, en nada les daban la dependencia y, tal y como están, una minusvalía por lo menos–, sino un estado semifallido de la misma. 
Y si no, cómo los 5 mosqueteros y D’Artacana iban a meter mojada –la descomposición es lo primero que huelen los buitres– guiscando en ese complejo histórico del español furibundo y retro, del que también se sirve el gobierno y demás rapaces de la confusión, para seguir convirtiendo esto, bajo la bandera de la anticrispación, la concordia mal entendida y el falso consenso, en tierra de aventureros, de saqueo y, al final, de nadie. El erial perfecto para campar entre tontos, que siempre están bien acompañados. Somos tantos. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario