jueves, 15 de abril de 2021

Fiesta

 Yo no sé si saldremos mejores de ésta; lo que sí saldremos es más salidos, válgame la redundancia. Mucha gente está arreglando las casas para después, por si acaso.

Y luego, ya verás, que si en tu casa o en la mía, que no, que yo he puesto un sofá vintage de lo más, y yo un dormitorio con dosel que alucinas, y un arco en la entrada cool pero cool, y al final, ni enrolle, ni mojar, ni nada. Y lo peor es que nos están dejando sin un albañil que eche una pellada. A ver si encarece Sánchez ya lo de las sucesiones y suben las casas de covidifuntos, que no vendemos un piso nuevo ni a tiros. 

Feria de Albacete
Estamos en tontás, sin ir a lo nuestro, a esa “insaciable ansia por cubrir el segundo tipo de necesidades”, de Keynes, al vidorreo que nos eleva sobre el prójimo. A la fiesta. Pues este engendro de país –como todos; mira en USA, la que traen– por mucho que siga partido entre puretas y rompedores, regenerar o bartolear, salir o encerrarse, rociístas o antirociítas, y aunque siempre ganen los mismos, los jetas y los posturetas, por tradición, y el oficio que eso da, a la que desescalemos –la desescolada, y poner toda la ropa a tender, es más difícil– el estado de fiesta que somos, y confirma el turisteo exprés capitalino (aunque Almeida diga, como Hemingway, que Madrid no era una fiesta), el juergueteo y no solo el de trinchera, volverá.

Tomatina

Y es que todo eso que no sirve más que para pasar el rato que va de la cuna a la tumba, el cachondeo, el arte, los toros, el moreno-moreno, es precisamente lo que nos hace un país de futuro, a poco que esta canalla comparezca, o tenga que recurrir por fuerza, que es lo que me temo que ocurrirá, a la madre del pellejo (de toro, por supuesto) y, siguiendo el tópico de España es diferente, haga de nuestra esencia de serrallo la base obligada para los asuntos del cuerpo (y del alma de cántaro que somos)

Y hasta se nos conmine  por decreto a vivir la vida, a recuperar lo perdido y gastar lo ahorrado, a empujarnos al desorden de obligado cumplimiento, la insumisión vital y pasarnos tres pueblos, pasando así del estado de excepción al de fiesta como si nada, que tampoco es que haya tanta diferencia, dicho sea de paso, Fernando Simón aparte. Así es que lo mismo estamos reformando las casas para nada. 

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