jueves, 22 de abril de 2021

El gatuperio

 El resultado de la liga carpetovetónica de anteayer fue, Rociíto, 1; Debate madrileño, 0. Lo cual demuestra de nuevo que el melodrama interesa más que la tragicomedia, que nunca ha acabado de cuajar aquí salvo en la vida real (zarzuelas aparte). 

Algunos se temían un pólar, que es esa franchutada medio noir, thriller y sociopoli en la que un Delon cualquiera, imperturbable y nihilista, al que la estulticia malvada de los otros han hecho si no bueno, presentable, se carga lo que haga falta sin reparar en gastos. Un muermo predecible de esos en que, de tanto ser atacada, a la victimizada IDA la killer sonriente (o la Isa) se le mellase la katana de tajar más cuellos que Takeshi Kitano

Y es que estaba deseando que Podemos se metiera con ella. Bueno, ¿y quién no? Y por si acaso, fue al ring con la casaca roja, algo que le copió la anestesista (antes de anestesiarnos), por si las salpicaduras. El mal gusto proverbial y la falta de un hervor de las clases medias progres, esas que repudian el Hola pero no han llegado al Vogue. 

Un día en el circo...
Y la cosa quedó en señalarla con el dedo, lo mínimo en tiempo de delatores, acusicas y soplones, las tres especies de moda y que tanto abundan en la nueva izquierda comemariscos a escondidas y mucamistas confesos, al suponer que le hacen un bien a la chacha con pagarle. 
...y toda la vida trincando.

Gabi el metafísico lo había advertido previamente al renunciar a alimentar ese toque de antipolítica de la violetera, puntito lumpen, chabacano de baja estofa, tan atractivo como lo es lo burgués quinqui, y explotado ya por sus predecesoras PePis, Espe y Cristi. Por esa vía, el mueso frailón se iba a pique (bueno, y por cualquier otra). Por eso Pablo Manuel I estaba convencido de poderlo convencer –otra frase, más que para la historia, para los anales, en sentido literal– de todo lo convencible, una vez estén en la oposición. 

Y de pólar solo quedó el acabar apolardados: por la polarización, el frentismo, el sectarismo, el comunismo, el fascismo (o fascísimo en albaceteño), y todos esos ismos, que como istmos nos sujetan a nuestros horrores atávicos. Incluido el del aburrimiento. Un día de estos me paso a Tele 5.

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