viernes, 9 de julio de 2021

Rumore

 El proceso de etiquetado de la Carrà, de puta a Santa Raffaella, dicho sea en hipérbole, es de lo más interesante, si consideramos que (desde que la mentada empezó a actuar por aquí en los 70 hasta que se ha ido) la percepción de las mujeres de estos lares ha recorrido el camino inverso, de santas a putas, al ir imponiéndose la ‘normalización’ de (casi) todo lo que históricamente se relacionaba con las putas y hoy es (en buena hora) un signo de liberación femenina. 

Y ello, curiosamente bajo la influencia de personajes como la italiana, que llegaron a ser exponentes de lo apuntado, hasta la construcción final de lo que hoy se quiere mujer de síntesis (a partir de la tesis de la santidad y la antítesis del putiferio), que no es ni una cosa ni otra, sino otra categoría, pretendidamente nueva, que superaría tanto la biología, base última de la consideración de putas, como la religión, que lo es de la de santas. 

No en vano la ley Trans, la penúltima en ese alumbramiento asistido con los fórceps del poder, desde arriba, de la nueva mujer, propugna solo tenga un enfoque social y actualizado, aunque eso suponga (y esa es otra) el olvido de su importante génesis. Y con un añadido, este voluntariosamente épico, a tenor de lo muy espurio de esta época, y apurados ya los mitos proletarios o incluso burgueses revolucionarios, como es ese con el que esa ideología de época que es el feminismo, pretende dotar a las mujeres, y que es el del heroísmo intrínseco femenino. 

Es así que, aún sin concretarse en la práctica ese modo dominante de manifestarse, las mujeres ofrezcan una percepción amalgamada, navegando en ese líquido amniótico trinitario y salvador de putas, santas y heroínas, que unas veces se esquina hacia un ángulo u otro del triángulo, no siempre equilátero, de su dinámica, y del cual la heroína del ombligo es el penúltimo icono tomado prestado para renacer, e incluso amparar a otros géneros y subgéneros bajo su manto, muy a lo madonas con niño, o vírgenes intercesoras universales al rescate. Y es que, sería el destino, o la casualidad, pero cuando mataron a Samuel, ella seguramente ya estaba muerta.

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