jueves, 3 de febrero de 2022

Guerras

 Vivimos un periodo de entreguerras. Que vamos de guerra en guerra, vaya.

Más aún, vivimos a lomos de guerras –no guerra de lomos, que es otra cosa–. Pero, que sepamos de fijo, no ganamos para dos de ellas, la del virus y la de Ucrania. De momento. En un santiamén podrían desatarse la energética, la del tocino de veta o la de la disfunción eréctil –¡más madera (para tocar), que eso sí que es la guerra! 

Aunque para guerra perpetua, la cultural, que es lo más parecido al cine erótico, pues como él se basa en lo que vienen siendo los preliminares, que en su caso es la muerte de la verdad, la primera víctima de la guerra. Y viendo el cotarro informativo, estamos en guerra permanente, ya que no nos enteramos de nada con tanto bombardeo de noticias (y contranoticias, que ese es el otro signo de los tiempos: el contranoticiario). 

Así que, si Foucault ya dijo aquello de “la guerra es el fenómeno de inteligibilidad de las sociedades” (que no me extraña que tanta gente le declarase la guerra), ahora podría decirse que la guerra cultural es el fenómeno para entender la política moderna, entendida esta como la guerra por otros medios, o sea los medios. Es la que más se lleva desde que se descubrió que en periodismo dos y dos pueden ser doce, y además la gente se lo cree. 

Ejemplo de guerra cultural de libro es la reforma laboral, que solo cambia unos cuantos puntos a fin de que los sindicatos recuperen algo de poder –verdad– y poco más (¿), pero planteada como gran victoria –mentira– sobre el peor ataque a la clase obrera de la democracia perpetrado por el PP –discutible–, lo cual le justifica para estar en contra, convirtiéndolo así en el malo de la película sí o sí. 

Lo cual hace de ella una guerra, por las víctimas, la verdad, y las colaterales, nosotros; bueno, la clase obrera, quiero decir, o sea, los espectadores, listos ya para la siguiente, pues la declaración de guerras es constante. 

Así, Ayuso pretende poner a parir a las mujeres, la guerra contra el ovario improductivo. Quien no trabaje, que para. Eso sí, subvencionadamente, que la natalidad es mucha guerra. A su lado, lo de Ucrania es una mili. 

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