jueves, 3 de marzo de 2022

De héroes y villanos

Un héroe no es más que alguien que hace lo que toca sin preguntarse si no hay otro por ahí. Así es que puede ser cualquiera. Un cualquiera, como los mismos presidentes, pero de forma súbita, sin campañas ni encuestas, pues si el presidente se hace, el héroe surge, sin dar tiempo a su manufactura, brota de forma micológica y donde había un don nadie, aparece alguien hecho y derecho. 
La espontaneidad en lo imprevisible de las situaciones extremas es pues lo que aúpa al Olimpo al héroe, y por eso no hay héroes cotidianos, por mucho que se empeñen, sino anónimos en esas condiciones pero que desconocemos. Así que no hay que desdorar nunca a priori a nadie, pues igual que todo el mundo puede ser un asesino –en serie es más difícil, y en serio, como Baldomero (Putin) todavía más–, también puede ser un héroe. 

Casi diría que son las dos caras del ser humano, y de hecho si no hubiera asesinos, de cualquier cosa, de personas, de tiempo, de precios, de ilusiones, de la línea, etc, no existiría Harry el Sucio, ni Buda, ni la Superoferta 3x1, ni Pamela Anderson, ni la dieta Pataky, toda esa heroemanía que se apresta para librarnos del mal a momentos y con cuentagotas, aunque sea de forma catódica. 
Pero lo milagroso es que, cuando la tragedia adquiere rasgos reales –si es que una guerra no excede eso mismo–, es cuando los héroes, ese mito que oxigena el tedio, aparecen en carne y hueso para ir de inmediato a esa dimensión casi irreal con que pasarán a nuestra percepción en adelante. 
Que es lo que está pasando con (Baldomero) Zelenski, que ha pasado de denostado payaso a cómico como honroso grado de representación previo al actor de la tragedia, como el máximo rango de la actuación humana, que ya es desde el momento en que damos por hecho que está dispuesto a darle a la muerte un beso con lengua. Y si pierde, como esperamos, más, pues en nuestro pensamiento regeneracionista ganará al perder, y si muere, la cosa ya será de pasodoble. 
Todo lo contrario del agresor, que por mucho que gane seguirá de villano para siempre, y su nombre hecho un tabú inmencionable. Como la misma muerte. Si es que no son lo mismo.

 

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