jueves, 7 de abril de 2022

ALOPÉCICAS

 Hollywood no es solo la fábrica de sueños; también lo es de pesadillas, que produce como películas de serie B,

esas que iban casi de regalo en el programa doble y durante cuya proyección solía comerse la merienda, darse el lote o tirar pipas desde el gallinero, tal era su irrelevancia, aunque alguna resultase luego tan revulsiva (o repulsiva, según) en lo social. 

Y es que en lo de marcar tendencia no tienen parangón. Ha bastado un chiste malo en una ceremonia peor de los Oscar para que progres del mundo, uníos, emprendan una guerra universal para la normalización de la calvicie femenina, nada más ver a la mujer del ex Príncipe de Bel Air, y ahora rey del sorry lacrimógeno post sopapo, todo tan impresentable, victimizada como heroína por los pelos y convertida en nuevo icono de la revolución capilar igualitaria. Que ha sido el pistoletazo de salida para las tropecientas mil campañas ya en marcha de visibilidad del fenómeno, que nos va a salir a euro el pelo caído, ya verás. 

Aunque todo un detalle, que por cierto jamás tuvo el poder con el colectivo especialmente vulnerable de los capilarmente débiles que en el mundo hemos sido. Y todo por ser hombres, más o menos, y tenerlo que sobrellevar en silencio (además de las almorranas), sin poder llorar en público, por machos (¡buááá!), debatiéndonos entre la peluca ¬–los fabricantes estarán que trinan– de bujarra y el viaje a Turquía (más bujarrismo, ¡buááááá!). 

Nota sociológica. Este es el único medio chiste de calvas en 
Internet. Tal está el tema.
Por eso, yo, que como calvo jamás he estado en el armario (como tonto, quizás) me quito el sombrero en solidaridad con las pelonas que ahora manifiestan su deseo de legalizarse como calvas, en justa reciprocidad con todas las que me han soportado tantos años peliagudo. 

Y digo soportar por ser la palabra que define el sentimiento que acompaña a la percepción de la calvicie, como antinatural, y que desde ya se declara de lo más natural, como la propia mujer. Naturaleza y mujer. Qué gran consonancia. Cultura y civilización, apartaos que vuelve Santo Tomás, con más idealismo y alienación, pero en formato liberación.com, como otro sueño de Hollywood, y divulgado vía impuestos, por una buena causa. O no.


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