jueves, 9 de junio de 2022

Romeros

 El Covid también puede ser una bendición. Temporal, claro, pues cualquier forma de aniquilación que no sea una made in nosotros hay que liquidarla pero ya. 

Y este año ha vuelto la estampida, esa controlada (es un decir) pero igual de febril que el inmenso rebaño de ñus del Serengueti, que baja hasta una aldea donde una imagen es llorada, gritada, sobada, vapuleada, zarandeada, resudada y otras adas, en olor de una multitud que se dice devota, y así será, si bien en esto las opiniones psicosociales no acaban de ponerse de acuerdo, y que, penable o no, responde a una serie de entelequias y misterios humanoides todavía no explicados enteramente, que dicen venir de la tradición, de ritos, de asuntos tribales, primitivos, etc, que remiten ciertamente a lo que aún nos resta de cavernícola y salvaje, y que hay que asumir en un mundo de gente  enajemismada como es este. Sea lo que Dios (o la Virgen) quiera. Pero ese no es el problema. 

El asunto es cómo se produce esa migración invasiva. Porque desde toda la región, y de otras, acuden carros y carretas, caballerías de todo tipo, cuadrúpedas y bípedas, miles, decenas de miles, perfectamente enjaezados todos, durante días, comiendo, cantando, chillando, rascando cañas, fumando, jaleando, tirando basura, tocando castañuelas, tambores, flautas (hasta cajones flamencos habrá), cagando, armando un sin Dios inacabable e inmisericorde, liando un Pentecostés del copón, en un fiestón y pifostio de tal magnitud, que sí, en otro ámbito sería de admirar e incluso unirse a él. 

Pero es que resulta que todo eso pasa en… Doñana. Nada menos. 

Cómo serán los daños que apenas si hay estudios de su impacto y no se publican los existentes. Solo se sabe, por poder verse, los beneficios en el parque de los dos años sin una romería que no nos habla de fe, ni de atavismos crédulos, ni de lazos con remotas costumbres, sino de salvajismo actual pintado de risueño, de incivilidad vendida como fiesta sin parangón y falta absoluta de urbanidad –y no solo porque vayan campo a través–, de puro analfabetismo popular, y de unas autoridades más venales que una puta, de las de antes de Sánchez, digo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario