sábado, 22 de octubre de 2022

Orbitando

Tom Cruise ha decidido dar vida a Don Toribio Carambola, aquel gitano que, según Peret, como era el dueño de su vida, se le antojó viajar a la luna en un cohete, en un modelo proyectil, concretamente.

Es más, dicen que ya se ha dado una vuelta por ahí en busca de localizaciones para su próximo éxito, tan maniático en controlar lo suyo. 

Y que va a contar como socio volátil con Elon Mask, con el que formará pareja de hecho espacial –muy atrás quedaron ya las Pes, Nicoles y demás, que eso dispersa mucho, con tanta basura espacial como hay suelta-, pues Dios, o la Fuerza, no quieren que el hombre esté solo, aunque esté en órbita o sus anhelos sean desorbitados. 

La soledad fuera de la gravedad (o al revés) ha tiempo que quedó atrás y hoy estaría muy mal visto que el chimpancé americano Ham, el primate que primero hizo el primo por ahí y con el que los americanos adelantaban a los rusos y su perrita Kudryavka, de nombre artístico Laika, la mejor amiga de Nikita Kruchev, anduvieran por ahí de noche, sin monitorizar ni una triste abuela. 

Cosa que no sucederá con Tom y los Jerrys que le acompañen en la aventura, porque lo harán en compañía del mundo mundial, que de eso se trata. 

Porque el amigo, por otra parte un profesional más entero que un melón de Tomelloso, si ha decidido salir escopeteado, en un cohete a la luna qué caramba, ca, caramba, caramba, ca, rambola, rambola, ya que lo del dicho, subir en globo y lo otro, ya lo habrá practicado, será por ese perfeccionismo de camisa de fuerza en que ha derivado la famosa emulación gringa, mediante la proeza interminable para apropiarse y apalancarse en una reputación basada en la comparación valorativa también interminable.

 ¿Cienciología? ¿Demostración infantil de eterna destreza? ¿Ser lo único que se puede ser: el primero?  O tal vez un tipo de depredación sofisticada y variante bárbara del trabajo eficaz, sobre sí mismo, que lo afianza en un status, y que a través de ese culto antropomórfico lo debe de poner en relación con algún ente superior. 

O sea, lo normal, solo que para la plebe este suele ser una hipoteca, o el recibo de la luz. Y con ir de peatones, ya vale.


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