miércoles, 7 de diciembre de 2022

Luminarias

 En mi niñez, hace un bancal de años, la Inmaculada no era un puente, y acueducto no había más que el de Segovia. Eso fue cuando la casaron con la Constitución, esa otra santa, en premonitorio matrimonio LGTcétera.

Hasta ahí se le denominaba con un localismo, que es un mancheguismo, aunque no tan antigüismo –el alarde de diéresis corre de mi cuenta. De nada-, pues aún se utiliza intramuros coloquiales, y de soltera, digamos, sencillamente se le llamaba la Purisma, como lo eran casi todas las novias. Y en las eras de la Fiesta del Árbol hacíamos luminarias. 

Siempre había sido así, no por nada, es que hacía frío y era muy de noche. Pues, aunque sea un tópico, antes era más de noche que ahora –y eso da mucho frío-, como un túnel espaciotemporal bastante perpetuo, pero que por estas fechas es cuando mejor se manifestaba, y las fogatas eran la antorcha con que buscar precisamente el fin de la noche, o esa era la ilusión. Y lo es. De ahí tanta demanda de luz –e Iberdrola lo sabe-: para matar la oscuridad y hacernos la ilusión del fin de la caverna. 

Y nada entonces como el fuego, calor y luz, un dos por uno. Si bien rodeada por una negrura gélida a solo un metro. De esa zozobra queda la chimenea, como un sucedáneo, una chapuza por lo particular de la hoguera tribal. 

Y es que nada es tan eficaz contra la noche como aguantarla juntos. Aunque sea con luces led, luz de baratillo, a falta de sagatos, ese cosmos ceniciento donde chispean los remedos de estrellas. 

Y la ciudad, que ya es luz en sí misma, es donde ese ansia de iluminación –iba a poner ilustración, pero es demasiado-, por pavor al agujero negro de la noche, concita a todos y especialmente a aquellos de barrios lejanos, o los pueblos, que acuden desde la penumbra a ese encuentro en la tercera fase que son las luminarias navideñas, que no son ninguna moda sino la última versión de esa huida descarriada hacia la luz que es el devenir humano. 

Nos sale por un pico, y contamina un montón, pero también es la única forma de que muchos conozcan al fin su ciudad y visiten su corazón aunque sea una vez al año. Y aunque sea de noche, que diría el poeta.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario