jueves, 29 de diciembre de 2022

The end

De aquí a que aparezca en nuestras pantallas este rótulo dando fin al año, un buen puñado de insensatos (o no) habrán puesto punto y final a su peregrinar por estos pagos. Alguno será viejo, pero la mayoría no habrán cumplido los 35, y no sabremos el por qué de sus prisas por salir de este mundo sin comerse las uvas. 

Es algo tan antiguo como conocido desde que Durkheim, que pasa por padre de la sociología, y primero en investigarlo, constatase que el suicida, como buen asesino que va sobre seguro, rara vez avisa y suelta prenda. Así que del suicidio resulta tenebroso hasta querer saber, pues el autor de este crimen perfecto no suele dejar rastro, pese a su pormenorizada premeditación. 

Otra cosa es el suicidio imperfecto, o encubierto, perpetrado por jóvenes como desafío a la muerte, tan inmemorial por atávico, enfrentándose a ella dotados de esa invencibilidad que da la imbecilidad lúcida a tal edad, dando suelta así a esa pulsión tan humana de vencerla. 

Un sueño puesto en escena a través de duelos con drogas, coches, motos, retos vertiginosos, peleas, excesos y otros cantos fatídicos en busca de la parca (o mejor, de su derrota), cuyo resultado son todos esos miles de muertos jóvenes “por accidente” y “causas violentas” que campean en el marcador funesto anual como vías más o menos naturales del morir joven, cuando no son sino la debacle anunciada al jugar a esa ruleta rusa con quien lleva todas las balas y las de ganar contra el que apuesta solo desde la soberbia del semidios joven que no admite su destino mortal, prefiriendo enfrentarlo –el joven encara la muerte, el viejo huye de ella-, a costa del fracaso total, y un bonito cadáver, como ya dejó claro James Dean, el icono (¿ejemplar?) de este nihilismo postmoderno. 

Y una tristeza añadida: de los que salieron vivos del torneo, y durante un momento se sintieron eternos al vencerla, ni se habla ni sabremos nunca, aunque no todo el mundo pueda exhibir tal credencial. Solo serán eso, más supervivientes. 

Pero nunca tendrán un monumento al suicida invicto desconocido que merece esa pelea imposible por la eternidad que hace posible vivir otro día, quizá otro año.

 

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