jueves, 15 de junio de 2023

Cosechas

No creo que haya ningún animalista, antiglobalista, antipesticidas, ecologista fanático, loco de la macrobiótica, tarado antiagricultura convencional o simplemente contrario a la modificación genética leyendo esto, y me alegro por ellos. Pero, por si acaso, hola, qué tal, traigo malas noticias, no para ellos, que seguro que comen, y hasta de caliente; sino para su ideología, aunque la práctica ya sea otra cosa, pues una cosa es comprender el mundo, que según Coetzee, el Nobel que tuvo que huir de la ceguera intolerante negra (mamada de los blancos), lleva directamente al fracaso, y sin embargo, pulsar el botón adecuado, al éxito”. 

Y hoy por hoy, de botones -y de llorar a pleno pulmón por el planeta para seguir comiendo-, se sabe bastante. Aun así la realidad es tozuda. Tú puedes ser todo lo poeta de la vida que tú quieras (aunque sea de haikus), pero España no producirá este año ni trigo ni arroz suficiente. 

En los 50’, una cosecha así suponía restricciones, mercado negro, enriquecimiento monstruoso…, y hambre. Que vaya tontería; se trae de fuera y listo. El famoso y denostado sistema global criminal (que lo es) proveerá. Solo que eso es pensar en términos macro neoliberales, aceptar que gracias a las siete grandes compañías -de las cuales ninguna cotiza en bolsa- que manejan el asunto, comeremos, aunque metiéndote por el galillo todo lo que les venga en gana, sea química, genética o rabos de mandril. 

Y a tragar. Y gracias. Pues, debido a la carestía, inflación y desabastecimiento, aquí habrá que espabilar para que el hambre (la de verdad) no caiga sobre quienes dependen de instituciones de comidas y bancos de alimentos, ya vacíos (y más que se espera estén). Y como el hambre no engorda más que al que hambreó, pregúntale a quien la padezca si prefiere pan duro o ninguno. 

Y volveremos a llevar razón en lo mala que es la guerra y la codicia, y la Bayer. Algún desesperado le echará la culpa al azar, que como bien dijo Benjamin, es lo dejado de la mano de Dios. Y mientras, los chiquillos, descalzos (es un decir); y alguno, hasta con hambre. Pero, ¿no habría que salvar la tierra empezando por ellos? 

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