jueves, 1 de junio de 2023

El vínculo

 El Día de la Región maté un pollo. No tenía culpa ninguna, pero es de lo poco que hoy te dejan matar -ni siquiera el hastío, ni siquiera un candidato derrotado, ni de risa-. Pero vamos al turrón. Matar un pollo es, según los clásicos, un acto poiético (¿la ética del poio?), tan metafórico como real, un lance lacaniano donde los haya, que, como no pienso ir al psiquiatra (ni a votar) doy por bueno -otro cantar sería la forma de ejecución-.

 E hice un arroz. Ya saben, esa cosa que facilita la confluencia -y que si la Yoli supiera, no tendría tanto problema con las adhesiones inquebrantables- y une a la familia antes de la herencia, siempre que haya pollo, algo garantizado en la familia, una madre que lo haga, y una herencia, o si no, mejor irse a un chino. 

Y no es que celebrase nada. Si acaso estar más vivo que el pollo. Era para buscar en mi interior ese algo que echo en falta como nexo tribal con mis paisanos. El vínculo. Pero lo único que sentí fue un trozo de pechuga, muy torticera en esos bichos camperos, anudada a mi esófago. Aunque una vez trasegada me sentí igual de deleznable, impropio, desarraigado, contrario y apátrida que siempre. Sin identidad, anómico perdido. El único hecho diferencial entre yo y mis paisanos era un trozo de pollo rebelde. 

Ya sé que no es tan raro, y conozco ese desánimo de no pertenecer a ningún corral que puede llevar a verse inferior, incluso a la disfunción eréctil. Y haces lo que sea por integrarte donde sea. Eso pasa, eh. Y apadrinas a un gabonés o te haces defensor del oso cántabro, o poeta, que es otra patria. 

Yo, pues, quisiera sentirme de algún sitio, aunque fuera bable o panocho. Pero más allá de dos o tres calles de mi casa, nada. Y mira que me sale solo lo de gobanilla o repalandoria -y como me miran raro, crecen mis dudas sobre el entorno-. Y no me pierdo ninguna de esas españoladas rancias que da la tele regional, justificadas al final con un letrerete advirtiendo de ser inconstitucionales (¿). Y he tratado de ver los toros. Y hasta a Ramón. 

Pero no puedo. Estoy como vacío (bueno, después del arroz no tanto). Así que, menudo día pasé. Y si no el pollo.

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