jueves, 11 de enero de 2024

Sobras

 

En cuanto acaba la Epifanía, empieza la carestía. Y según se entra en el limbo litúrgico -hasta el domingo de Carnaval-, en lo gastronómico, la pitanza que acompaña a la fe, que más que montañas mueve quijadas, el limbo es ya ostentóreo, que dijo Jesús Gil, el creador de esa síntesis de la Navidad, entre ostentosa y estertórea, aún no recogida por la Academia.

 

Y es que este periodo aún por calificar, perdido entre el ahora semifrío del sol con uñas y la escarcha, si antes era el reino del gorrino, ahora, ya sin matanzas -aparte la de Gaza-, es la época de las sobras por doquier, en la que rige una ley de bronce, o de plástico ya, más bien, que dice que el dispendio comestible es inversamente proporcional al gasto en las rebajas, o a más búsqueda de chollos menos chicha en el puchero. Aunque no es asunto solo económico. El tiempo es clave. 

No se puede estar toda una mañana tras una sudadera Nike medio original, con lo que eso lleva de cafeteo, charleta, hacer el mandao, fichar en el gimnasio, o sea entrar y salir para quedar bien con el buen propósito, y a la vez preparar unas cocochas con almejas y alcachofas, tres cosas netamente incompatibles con la ideología para sobraos y faltacos del periodo, el más largo del año, y no solo para ellas. 

Pues si las mujeres ya no lloran, sino que facturan, qué decir de los hombres, que por estas fechas generan tanta o más facturación, en tiendas y almacenes. Porque aquí todo el mundo factura, como debe ser en una sociedad abierta e igualitaria. 

Y claro, si te tiras todo el día facturando, comprando novedades de oferta, última moda y lo más in, lo lógico es que, siguiendo la ley referida como universal, en la cocina priven los restos de serie, entendidos por tales la ropa vieja, esas piltrafillas de carnujas de diversa índole, procedencia y fecha, descongelados varios, y otros escuerzos protagonistas del comistrajeo tan incalificables por la iglesia como la época postepifánica, que es, a lo que se ve, la de las sobras completas y la que te deja pínfano, más que de frío ya, de gusa de comida como Dios manda. Y como éste no manda nada fijo por estas fechas, pues eso.

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