Ni perdón ni olvido. Con esa frase antiguamente, o sea hace un plisplás, se instaba a no pasarse un pelo del muñón en lo que fuera. Pero en los tiempos azules, o grises, todo eran líneas rojas.
Ahora más bien van del rosa al amarillo, y otras del rojo al gualda, curiosamente los mismos colores tanto de los que quieren estar fuera como de los que quieren que todo el mundo esté dentro, aunque terceros pensemos que, cuanto menos gente, más claridad. Pero no la vayamos a liar.La cosa ahora
se dirime entre los del perdón pero sin olvido, y los que directamente están
por perdonar, olvidar, pagarse unas cañas (a cargo del erario) y, si viene a
mano, hacerse una manola (pero sin mariconadas) sea por turnos o a los chinos,
tú, que es más igualitario. Eso de ni perdonar ni olvidar está muy pasado. Lo
guay, pero del Paraguay, del mismo Asunción, es amnistiar.
De hecho, hay una
competición con ello, y la cosa va ya para deporte, ya veremos si olímpico. Así
la Yoli, cuyo oficio es ser más chachirouge que sus socios o compinches,
propone ahora amnistiar a guardias civiles por sindicarse. Bien. Claro, que
después del gran indulto de criminales sexuales perpetrado por su compi
de entonces, doña Irene, con su ley Sisí, lo demás viene ya casi obligado. Ya
se sabe, se empieza indultando y se acaba amnistiando a cualquier terrorista,
siempre que sea bueno, claro, que también los hay, y no lo sabíamos. El sanchismo
tiene eso, que se aprende mucho.
Pero, por amnistiar que no quede. Así es que a ver si llega la cosa al aceite de oliva, que eso sí que tiene delito, el muy condenado. Sea vía distribución o supermercados, o repartidores de internet, pero que lo amnistíen. O al menos que lo indulten, porque sin él peligra lo que según últimas investigaciones es una de las claves de nuestro confort: el sofrito.
Esa simbiosis culinaria base de la civilización y síntesis perfecta
del bienestar ha entrado en peligro de extinción y no nos lo amnistían. No sé
si por considerar su rescoldín terrorismo del malo, y contra derechos humanos, o
porque ellos comen por cuatro perras menús de tres tenedores en el economato
del Congreso. A saber.
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