El giro occidental actual hacia lo oscuro ya fue explicado
por el marxismo, con perdón, esa óptica que hace tiempo pasó a especializarse
en su primera premisa, interpretar el mundo, dejando a otros lo de
transformarlo, con la famosa frase de Groucho, “vamos de victoria en victoria
hasta la derrota final”, definiendo así, surrealista pero exactamente, el Nuevo
Asalto a la Razón -por evocar el famoso libro de Lukacs sobre la genética
ideológica del fascismo hace un siglo-, y aunque suene a astracanada hacerlo
con un chiste. O no.
Igual es desde la sinrazón cómo hay que evaluar lo que
viene, dado que la razón, eso cristalizado con la Ilustración y practicado
hasta hace dos días, ha pasado a ser otra cosa, si no su contrario, parecido, y
querer seguir en ella quizá sea quedarse fuera de juego ipso facto. Que es lo que
le pasa a la izquierda. Mucho diagnóstico, pero ninguna propuesta.
Y eso es
como no salir en la tele: que no existes. Y como única salida, las redes y la
guerra cultural. Aceptar las reglas y el terreno del contrario, haciendo más
evidente aún el papel de colgados del pasado (o past) que le adjudica la
percepción social de la época, generada por la otra parte, que es a la que se otorga
el carácter de nueva y renovada (o post).
Porque ese es el juego de lo que se
anuncia y que también tiene sus orígenes: el postismo de finales del XX,
primero desde la estética, el arte y las vanguardias, esa degeneración pseudo
regeneracionista que al llegar al lenguaje, a las ideas, se convirtió en
postverdad, postmodernidad, posthistoria, postideologías, haciendo de la vida
un postit. Pero no como lo que se deja para mañana sino como el mañana mismo,
que ya está aquí. Post contra past.
Y que se va perfilando en una idea cada día
más arraigada, que la misma izquierda está renunciando a combatir: la
postdemocracia. Como si solo fuese retórica. Una performance. Cuando empieza a
ser un hecho consumado. Y no solo por sus promotores. Ahí está Maduro. Ese
revolucionario a pucherazos de postdemocracia. Algo que cada día admitimos más
como animal de compañía. Mientras la otra, la democracia a secas, se convierte en postit, pero para
luego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario