miércoles, 19 de marzo de 2025

Ninots

 

Iba a ir a las Fallas, pero al final me he conformado con la que hay montada desde hace años con el tornado incesante de impostura, mentiras y teatrillo vil en que ha venido a parar el torbellino de basura nacional, escupiendo miserias sin parar, y también a cada vez más ciudadanos del sistema (usurpado por el tornado mismo), antaño preocupados y hoy hasta los mismísimos de todo lo que no sean sus asuntos más particulares. 

Objetivo pues cumplido: dividir la población en tontos útiles y atentos, y antisistema los demás, que, de hecho, cada día nos da más lo mismo la diestra que la siniestra (en mayoría), la corrupia, el disloque, la democracia y el sursum corda (arriba los corazones). Ahora estamos con las armas (y arriba las manos…, que te voy a desplumar). 

El si vis pacem para bellum ha vuelto, o sea la instauración mundial de la Asociación del rifle. Charlton Heston estaría contento. Y también Margarita Robles, ese ninot indultat cuya trayectoria, de mujer a magistrada, de ello a ministra y de tal a belicista contentísima de adquirir muchos juguetes pimpampuneros, me hace temer que mi quinta vuelva del confinamiento en la reserva (de la comanchería de la vejez) a la primera línea de fuego, a falta de otros más jóvenes a los que quepa suponer el valor. 

800.000 millones, algo que no cabe en cabeza humana, dispuestos por Europa -gastad, gastad, malditos, que ya se os repondrá la pasta-, y que son los mismos anunciados (¡qué casualidad!) hace meses por Draghi para levantar la UE. Pero ahora, en armas. 

Y ahí están. Unos, que sí, pero solo si pasa por el Congreso, que es quien tiene licencia para matar. Otros, que eso es demasiado importante para que lo estudien antes los políticos electos. Otros, que no pero sí; o que sí pero no; o que nosi, peroni. O que se llame seguridad. O que les den la parte que le toque a su nacionalidad. O que sí, pero solo drones, y que pesen poco. 

En fin, el despropósito fallero hispano de siempre, que está pidiendo a gritos no solo que resucite La Codorniz, la revista más audaz para el lector más inteligente. Sino también un poco de gasolina, y una cerilla. Y de indultar, lo justo.

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