miércoles, 27 de febrero de 2013

Bromeo y Julieta


Por seguir con el baile de boutades iniciado en Italia este domingo como remate al carnaval, para rizar el rizo y para que no decaiga, diré que no todo está perdido: tenemos a Grillo, a los Grillos del mundo (uníos), que pueden hacer la jaula algo más llevadera.

Desde que Mao desapareció, con sus cien flores, cien escuelas, la revolución cultural y la vuelta al campo, la parida (que no otra cosa es una boutade) de Beppo, sexto hermano Marx a añadir a la historia del gag, y su Movimiento Cinco Estrellas, son todo un hallazgo. Nosotros, en cambio, vamos algo atrasados y en vez de a Mao o a Beppo tenemos la Mahou cinco estrellas, que tampoco está mal. No en vano somos bastante marxistas, y el maoísmo nos ha calado hasta haber implantado la vuelta al campo, pero en Audi. Y sí, lo de Grillo será una boutade, un Romeo tratando de ligar con la política Julieta con un chiste, desde el absurdo desesperado de la catarsis y la performance. El exabrupto de un Bromeo. O Bromuro y Julieta. Vale. Aunque no debemos subestimar la energía liberadora de estas cosas, que de bromuro histórico pueden pasar a viagra social. Más de ocho millones de votos. En una noche. 
Las boutades, ya digo, también las carga el diablo. Mein Kampf fue una de ellas y sonada. Y la declaración de independencia de los USA no digamos. Y lo de “Andreíta, cómete el pollo”, igual. Y mira dónde estamos. La historia está llena de boutades que pasaron a ser obligatorias en el bachillerato. Y además, el mundo es ahora una boutade universal, y el cambalache su mecánica. Y cada uno tiene derecho a salir de la crisis como mejor sepa. Y está claro que los latinos no lo vamos a hacer desde la lógica y la razón. Eso es cosa de tristes norteños (que desgraciadamente lo han impuesto como sistema). Pero lo nuestro más bien es otra cosa. Los italianos lo llaman comedia del arte (y aquí comedia de helarte), o helarte por helarte. Y habrá que dejarles hacer, como buenos diseñadores, también de la política. Mira Maquiavelo. O Mussolini, que inventó el fascismo y aún se lleva. Digamos pues lo de siempre nos quedará Grillo, la gran esperanza blanca, por lo cano, que, con la barba, parece San Antón. Pero si se la afeita, lo mismo resulta ser la Madre Celestial. ¡Ay la Virgen!

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