lunes, 25 de marzo de 2019

Ficciones y contradicciones. Contribución a la crítica de la ecología política (para un planeta más justo, naturalmente). Post-it 13


El alcorope. Cuento chino.
(Del Magacín para la Realización de lo Animal.   Descatalogado.)

Hubo una vez que los meteoros entibiaban el tempero. Las aves se lograban del festín de los suelos y los arreboles de las nubes. El cortejo de las ninfas de los valles alternaba con las oréades montunas de las grutas, engalanando de concordia la supervivencia.
Entonces vinieron los pálidos cielos de calima y el matabrotes, un aire con estiletes, infringió el convenio con las perturbaciones e hizo una fogata con las borrascas, trocándolas en atroz desfile de asechanzas a la bondad del biotipo. Los pájaros escasearon sobre la piel del llano demacrada, extrañándose unos a otros hasta no quedar más que ejemplares únicos. En estas circunstancias quedaron un alcotán y una azora, e informado por Eco Epimeteo el Repoblador de tal miseria y falta de apareo, pidió ayuda a Eros, el gran bergante, que tuvo una idea. Cebaría un palomino con hierba moly y lo volaría para que acudieran las biliosas rapaces, que lo despedazarían, consumirían y caerían bajo el efecto de la hierba en un profundo letargo indiferente, que Eros, el hacedor de capital carnal, aprovecharía para ensartarlos con flechas perfumadas de poleo para el alcotán, y de glamur, la esencia innata de las hadas, a la azora, para que ambos estuvieran sin estar. Pero Eros es muy mal pigmalión y celoso hasta el trastorno. 
Enrabietado con el ardoroso alcotán, que, loco por amarrar en puerto franco, no acababa de atracar en la dársena de pluma de la azora, renegada por riscosa, en esto que al cacharreo vino a refrescarse al alcornoque de la refriega una oropéndola de verdor septembrino que empezó a entonar con su maulleo su también soledad de ultimísima mano. Y el alcotán, que en ese momento no habría distinguido un macho negrigualdo de un guacamayo, ni lo pensó. Dejó a la azora inapetente y nunca más se supo. Aunque, al cierto tiempo, sí y mucho del alcorope, un flamante pájaro con alas de guadaña, listado en amarillo y negro por el vientre y un pico semiganchudo ambivalente, y un afónico graznido gatuno que apenas utiliza por ridículo y recesivo.  

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