domingo, 28 de abril de 2019

Ficciones y contradicciones. Contribución a la crítica de la ecología política (para un planeta más justo, naturalmente). Post-it 14


DICCIONARIO ANIMAL. Casta tercera: oveja

Dama de compañía impagable, menesterosa, utilitaria, votante y exvotiva. Asustadiza, samuga, seguidista.
Su categoría sigue indemne, o “impune” como dicen las cabras, envidiosas de su crecientes servicios en las mesas de negociación de méritos, hasta el extremo de haber donado un gen para el cromosoma X humano para la producción de leche en cantidades infernales (lo cual generaría alguna que otra guerra comercial entre las multinacionales de alimentos para bebés y las bioquímicas, que crearon suficientes bacilos antiovinos adulteradores de la leche como para acabar con la especie per seculas seculorum. 
Una contienda en la que poco faltó para que el movimiento antifeminista Teta y libertad, integrado mayoritariamente por mujeres, se alzase vencedor inusitado con su campaña A lo hecho, pecho, que trataba de instaurar, inspirada en la recuperación de cierto doctor Spock del que han desaparecido los items, y con algunas leyes que eran la leche, el amamanto obligatorio por las madres de sus hijos u otros, aunque en su redacción definitiva lo de otros se suprimió por considerar que ya era una costumbre consolidada y por tanto ley, pero que a la postre, y nunca mejor dicho, tras promulgarse no tuvo el éxito augurado, y poco pudo arreglar la posterior huelga de pechos caídos a que dio lugar.) Otra utilidad muy suya son los vasodilatadores o inmunodepresores del impulso sexual pasado de rosca, cultivados para emparejar el acelero. Como cliente callada es un amor.
CADA OVEJA CON SU PAREJA. DIGO YO.
Con tal organización, con los jamelgos como líderes macarrónicos, más subidos que un suflé en una mayoría pueblerina dada al panegírico y al asambleísmo con programa doble de comecocos fotonovélico, ¿qué esperar de su sistema inmunológico?
Una estructura social puesta en duda cuando el Tractatus( de Vidas Impuras) arremete contra la casta caprina, la más zamarreada y la única que practica la irreverencia y la difamación iluminadas contra esa mayoría tan henchida y autocomplaciente.
Llama la atención el estilo de denuncia, entre desiderativo y enunciativo, el predicado y el predicando con que las especies útiles excusan su servilismo de rezos y reverencia, esa juguesca patética que yuxtapone elementos pietistas absurdos con otros de esmerada fabricación naturópata cercanos al lavado de cerebro, con que le tiran los tejos al verdugo. 
El estilo fiel al siempre actual principio de falsabilidad de Popper, y todo, para condenar el raro alambicado de malos humores tan propio de un criaturo en pleno ascenso social pero siempre a la greña y muy distorsionante, como es la cabra, bien sea por ser receptora de los más avanzados implantes humanos, o por su innata capacidad de incordiar.

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