miércoles, 3 de abril de 2019

La murga


Igual digo una tontería –otra más-, pero estas elecciones me parece que están politizadas, como si fueran el acelero final y con más estruendo del gatuperio permanente a que nos han acostumbrado desde que, o bien los asuntos no tienen remedio, o bien no quieren arreglarlos, por si se les estropean los suyos. 

Así que se sigue oyendo por doquier la retahíla de cataluñas, comenegros, latrocinios, que viene el fascio, el peligro rojo, los feminifóbicos matahembras (versus la amenaza feministoide), entre otras cantinelas que instan a ladear los propios intereses para poder votar. O a no votar. 
En lo primero, y azuzados por algún medio empeñado en que esto siga pareciendo una democracia, y que les ha afeado a los políticos su nula propensión a hablar de lo que e verdad importa, los candidatos, así, como arrepentidos y caídos del guindo, han entonado un mea culpa de lo más hipocritón y fariseo, prometiendo en plan reguetón que hora sí que nos hablarán del gobierno, prometiéndonos más promesas en el futuro, algunas de ellas realmente promisorias. 
Aunque enseguida han vuelto a las andadas trochas de su constatada inmundicia. Y además, el contexto es que no ayuda, pero que nada a su falso o no deseo de contrición, pareciendo que, o los astros se alinean de forma casquivana para jodernos las promesas, que no ya sus ejecuciones, que ya se encargarán ellos mismos, o es que entre todos le pagan a metepatas como Borrell, por ejemplo, ese gran pagafantas biempagao del Psoe, o al mismo presidente de Méjico y su invectiva, con dinero de todos, claro, para que la metan, la pata, y bien-, y así nunca dejemos, como el baile de san Vito, de hablar de gilipolleces y pasemos e una vez al turrón de lo que querríamos, aunque sea pura fantasía. Ni eso. 
Y en lo segundo, n lo de la abstención, simplemente los que la practicamos, y no construimos voto útil (que habrá que ver cuál es, pues hasta segar todo es hierba), o somos unos descarriados, unos cómplices o unos traidores. Como si fuera ilegal. Con lo fácil que es hacer el voto obligatorio. 
Es verdad que, aparte de los poseídos por cierto errantismo lúcido, hay un abstencionismo algo supremacista derivado de la democratización de la democracia, y que funciona como cualquier deporte, todos inventados por ricos (como la democracia misma) y que cuando lo adoptan los pobres, los políticamente  ricos lo repudian. Y eso es así, entre otras cosas, porque la primera gran mentira en una época en que la política también ha devenido en puro consumo, es haber hecho del votar un acto gratis (y muchas veces gratuito) más del consumismo. 
De eso (y de los roñas que pueden permitírselo y aún van a lo barato, que es votar) viven los candidatos. Y de los candiditos. Y así pasa, que el votar, por no querer hablar de las cosas, ni preguntar el precio, nos acaba saliendo por un ojo. Y que siga la murga.

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