viernes, 18 de junio de 2021

Vértigo

 La OCDE acaba de descubrir algo que por aquí ya es viejo: que mogollón de escolarizados desde los 90 andan fatal de comprensión lectora.

Vamos, que son analfabetos funcionales, gente que no pasa del guasap y sus emojis y le es difícil rellenar una solicitud, entender un contrato, seguir unas instrucciones, leer un artículo, interpretar señales de tráfico o pillar unos subtítulos de Bergman

Son las famosas víctimas de la LOGSE (la ley de educación del Psoe para la democracia, ahí es nada), los denominados niños trofeo, los sobrevalorados en todo de los que sus papás se hincharon a presumir y que han devenido en ninis, tontos con estudios, problemáticos confusos o, en el mejor de los casos, parados sin perspectiva. Universitarios incluidos. 

Una realidad muy chirriante con ese deporte nacional, tan propio de país cateto e iletrado integral, que es el llenarnos la boca con hijos, o nietos, médicos, inginieros, infromáticos o economistas, y causa principal de la ingesta de ibuprofeno de sus progenitores, y supongo que de Sánchez, tan hiperactivo él y asimilador nato, que en sus 35 segundos con Biden seguro que le habló, además, de ese nuestro gran problema. 

Antes, claro, de deslizarle, de regalo, alguna receta de cocina, pues le sobraría tiempo, poseído ya como estaría del síndrome del hámster, un animal cuya velocidad en ejecutar funciones corporales alcanza la cúspide al hacer, por ejemplo, el amor –y no como Sánchez, que simplemente nos jode–, más de 400 veces al día, casi una por minuto (y eso, dando vueltas a las norias esas que les ponen). 

Y es que el Presi, en su exceso de celo, superó dicha marca, según él (aunque en esto siempre se miente mucho), al repasar en medio minuto cuatro o cinco asuntos de calado, sin contar el de los ninis. Por lo cual no se explica cómo, en la más de media hora que han añadido después como prórroga a solas del encuentro, tal vez inspirados en la Eurocopa, entre el amo del mundo y él, el Speedy Sánchez de la Alianza Atlántica, no fueran capaces, con todo ese tiempo, de solucionarlo. Además de tomarse una de sepia y echarse la siesta, que Joe está como está, joé.

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