jueves, 12 de agosto de 2021

La parroquia

 El informe ese de la ONU diciendo que la culpa del cambio climático no es más que nuestra, y las consiguientes homilías en todos los medios acusicas, señalándonos sin parar, “por tu culpa”, “tú has sido”, “por tu causa”, hasta crearnos un complejazo (o pasemos olímpicamente de todo) de mil cojones, me recuerda mucho a aquello que contaba mi suegra del pobre aquel que iba un poco achispado y al pasar por una iglesia no se le ocurrió otra cosa más que pasar, y allí estaba el cura, subido al púlpito, despotricando de lo lindo, señalando a todos –aunque el pobre nada más entrar creía que era a él por ser el último en llegar–, oyéndole estupefacto: “¡por vosotros, por vosotros lo apresaron!”, “¡por vuestra culpa lo azotaron y lo coronaron de espinas!”, “!por vuestros pecados le colgaron la cruz y lo torturaron como a un criminal!”, y el feligrés recién llegado es que iba cambiando de color, avergonzado, hecho polvico, mientras el otro gritaba ya, meneando el índice por toda la bancada como un revolver, “¡por ti, por ti, por ti, sí, por ti lo subieron y lo clavaron a la cruz!”, hasta que ya, sin poder más, el novato parroquiano, al oír que iban a por él, pero, vamos, convencido, al oír la última acusación: ”¡por ti lo asesinaron. Sí, tú, tú, y todos!”, el pobre saltó sin poder más: “¡¡Sí. ¿Y por ti, cacho cabrón, que l’hacieron?!!”. Y pilló y se fue, dejando al otro y a toda la parroquia anonadados.

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