jueves, 7 de julio de 2022

A vivir

 Dice el baranda de UGT que nos dejen disfrutar del verano, que, bien pensado, es lo suyo, o lo nuestro, según el Jano

que todos somos, de un lado hormigas y de otro cigarras, que según él es lo que toca, contrariamente al cuento que aún nos cuentan –ya se sabe, al hombre lo alimentan con cuentos (y a él además con subvenciones)– de que el verano es para trabajar, y no como dice el clásico, Sommertime, “cuando la vida es fácil y tu papá es rico –papá estado, en el caso sindical– y tu mamá es guapa”, y hay que vivir esa ilusión. 

Es la gran guerra de la existencia, exterior o visceral, entre no pegar clavo y currar como un cabrón, entre la ficción y la realidad, y el fundamento de la lucha de clases, que si nos fijamos en el discurso del síndico, pide que sea aparcada hasta el otoño. Hasta entonces, ¡a vivir! ¡Disfrutar, comed, holgad (que así se dice en clásico lo del fornicio)!, que esto se acaba. 


Toda una llamada al hedonismo más denodado –¡porque nos lo tenemos merecido!(entre otras cosas, diría yo)–, que en realidad no hace sino seguir el mandato más neoliberalista (y aún se meten con la Ayuso) de aprovechar y repelar el pernil, mientras quede, ¡a gastar!, ¡a consumir! (que ahora resulta que es revolucionario), uniéndose a ese grito parecido al de cuando se descubre oro: ‘¡¡Veraneo!! 

Y, hala, todos a pico y pala (de jugar en la arena, para construir más castillos en ella), ¡aiho, aiho, silbando al no currar!, lanzándose a la degradación más absoluta en un currante, mientras el bolsillo aguante, siguiendo esa corriente por la que todo el mundo parece haber salido loco, en estampida hacia donde sea, con tal de aprovechar la primera quincena, no vaya a ser que, entre el covid, Putin e Iberdrola, nos jodan la siesta/fiesta, que tiempo habrá para revoluciones y vuelta al cole (y otras prisiones). 

Y han marcado octubre de rojo, y de amarillo cerveza (o pis) la canícula: Nos vamos, pero no os olvidéis que sabemos donde vivís. ¡Volveremos! Y bronceados. Al fin hemos comprendido que el verano es como la vida según Allen, una puta mierda…, pero dura tan poco. Que por eso hay que comerla a grandes bocados. 

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